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Casi por definición, una empresa sostenible es una empresa que perdura en el tiempo. Y casi por definición, también, una empresa sostenible es una empresa socialmente responsable. Así las cosas, parece que una empresa socialmente responsable tiene mayores garantías de sobrevivir que una que no lo sea, y, siguiendo esta lógica (que reconozco difusa), la RSC viene siendo, al cabo (aunque no únicamente), una herramienta para la supervivencia de una empresa

De sobra son conocidos los estudios que correlacionan éxito empresarial y Responsabilidad Social Corporativa. Pero también lo son los argumentos que defienden que no es que una empresa “que vaya bien” funcione por ser más responsable, sino que es porque va bien por lo que decide acometer esos otros empeños, colaterales, superfluos, si se quiere, decorativos, que son las iniciativas sostenibles, las medidas sociales, la mejora de la reputación en un mercado en el que ya estaban previamente consolidadas.

Este artículo no quiere dar la razón a ninguna de las dos posturas (bueno, sí que quiere, pero va a pretender no hacerlo), sino dejar la cuestión abierta a la intrínseca duplicidad y ambivalencia de la realidad, y plantear un camino a seguir desde las dos. Aplicar un razonamiento similar al que rige la famosa apuesta de Pascal. Ante la imposibilidad de saber a ciencia cierta si Dios existe, vivir la vida como si Dios existiera, porque si vivimos como que Dios existe, y sí existe, hemos ganado el cielo, y si no existe, no hemos perdido nada. Pero si vivimos como si Dios no existiera y realmente existe, hemos ganado el infierno.

Ante la duda de si la RSC es rentable, apliquémosla, porque, de modo parecido, no perdemos nada por ello, pero es mucho lo que parece que podríamos ganar.

Aunque aquí aparece el segundo factor de la ecuación. -¿Cómo que no cuesta nada? Cuesta dinero-. Bueno, vamos por partes. Recordemos que la RSC tiene un carácter marcadamente voluntario y que el grado de penetración lo definimos nosotros. Y démonos cuenta de que siempre llevamos a cabo actuaciones socialmente responsables. No hay nadie malo del todo, que diría el refranero. A veces se empieza, y no es poco, por identificar aquellas conductas o resultados de acciones que repercuten positivamente sobre la sociedad, nuestro entorno o nosotros mismos, y contarlas. Buscarles el adecuado enfoque, medir y reportar. Es poco, se puede pensar. Insuficiente. Puede. Pero cuántas veces hemos visto que el mero hecho de medir (cuantificar los vertidos, contar el número de fotocopias, anotar las horas de salida) mejora, sin más intervención, las conductas. Reportar es, además, comprometerse. Decir: soy así, y esto me puedes pedir. Desde una memoria GRI hasta un apunte en un blog o en la página web de la empresa.

Cuanto más hagamos, mejor, claro, porque, sea o no bueno para la empresa, lo es para el mundo. Pero recordemos que, muchas veces, la RSC es más una cuestión de enfoque, de posicionamiento, reinterpretación y voluntad. Y sólo ese enfoque es ya un buen principio.

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