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En España, la elevada tasa de desempleo juvenil, situada por encima del 46%, es un gran drama nacional y una prioridad en materia económica. La gravedad de esta situación se pone de manifiesto en las negativas consecuencias tanto actuales como futuras para los jóvenes españoles así como en la limitación del potencial crecimiento de la economía española en el largo plazo.

Se trata, además, de una realidad que está mermando las esperanzas de la que podría ser la generación española más preparada de la historia y con la que administraciones, empresas y la sociedad en su conjunto tenemos una enorme responsabilidad.

El futuro de España depende de ellos. Las oportunidades que seamos capaces de ofrecerles determinarán el futuro de todos. Está en nuestras manos potenciar, recuperar, atraer y explotar este talento joven por el bien de toda la sociedad.

Albert Einstein decía que “en tiempos de crisis la imaginación es más efectiva que el intelecto”. En este sentido, apostar por el talento y el emprendimiento joven como ejes del futuro económico de nuestro país se presenta como la hoja de ruta garante de éxito. Y, para ello, debemos comprometernos con el desarrollo de la ciencia, la tecnología, la innovación y el emprendimiento.

Si bien es cierto que este compromiso debería empezar a adquirirse desde las escuelas, con un modelo educativo que despertase desde muy pronto el espíritu emprendedor que todos llevamos dentro, también existen multitud de caminos que el estado, las administraciones o las empresas, podemos emprender. Desde Calidad Pascual, por ejemplo, lo hacemos con el desarrollo de iniciativas como los premios Pascual Startup o con la concesión de las becas de Bifrutas para que los jóvenes puedan hacer realidad sus sueños y aspiraciones, entre otras. Para nosotros, se trata de la mejor inversión en capital humano que podemos realizar y de la que recibimos el ROI más elevado.

Asimismo, debemos ver más allá. Si conseguimos trabajar entre todos en esta materia. Si conseguimos sumar en talento y remar todos hacia el mismo lado, España tiene ante sí la oportunidad de posicionarse internacionalmente como incubadora de talento joven, con una educación y unas oportunidades que permitan a nuestros jóvenes encontrar, desarrollar y aprovechar todo su potencial.

Debemos, por tanto, asumir este rol y esta responsabilidad con las generaciones venideras y convertirnos en potenciadores del talento español como palanca de transformación y crecimiento económico. De hacerlo, no solo estaremos rescatando a una generación que nos necesita, también nos estaremos asegurando un futuro próspero para todos. Su talento es, en realidad, nuestro salvavidas.

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