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Para iniciar estas líneas, quizá sería oportuno hacernos algunas preguntas sencillas que adquieran un significado añadido a lo puramente retórico y sean la base de un análisis de la realidad, que aún no siendo profundo, pueda ser guía de análisis y actuaciones posteriores. 

1.- ¿Ha cambiado nuestro mundo o es el mismo de siempre con medios tecnológicos crecientes? 

Seguro que existen variedad de opiniones, algunas de ellas serán fundamentadas, otras interesadas y otras poco documentadas, pero lo que es una evidencia palpable es que nuestro globo terráqueo se ha quedado pequeño para soportar una población de 7.500 millones de individuos, envejece a un ritmo nunca visto y demanda recursos crecientes. 

La primera consecuencia de lo dicho es que tenemos la obligación de hacer sostenible nuestro planeta y dejar a las generaciones venideras un hábitat aceptable para su desarrollo. ¿Por qué entonces no se hace nada para remediarlo?

La segunda consecuencia es muy significativa. Disponemos de los medios técnicos necesarios para programar, cuantificar y decidir lo más adecuado en cada momento. ¿Por qué entonces no se hace nada para remediarlo? 

2.- ¿Nuestro mundo es justo o es cada vez más injusto? 

Sabemos que los tres hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que los 48 países más pobres y que estos países pobres carecen de las condiciones elementales para la subsistencia, como son, sistema de salud, educación y protección. 

Con estos datos no tenemos otro remedio que asegurar que el mundo es injusto y cada vez más injusto, no sólo para los países deprimidos sino que en los países privilegiados, donde nos encontramos, percibimos diferencias económicas crecientes de renta entre su población, cada día los ricos son más ricos y los pobres cada día son más indigentes. 

Si todos somos conscientes de la falta de justicia distributiva y tenemos los medios para solucionarlo ¿Por qué entonces no se hace nada para remediarlo? 

3.- ¿Nuestro mundo es humano o es cada vez más inhumano? 

Leemos y escuchamos cada día historias que nos deberían hacer reflexionar. Actuaciones desmedidas en el fondo y en la forma donde algunos individuos se ven obligados a subsistir en régimen de semi-esclavitud, cuando no de esclavitud total. Situaciones que ya creíamos desaparecidas. 

Esto parece que motiva nuestro interés particular sin escatimar esfuerzos hasta conseguir el fin, relativizando cualquier situación que vaya en contra del objetivo marcado (la compensación económica). Conocemos este mundo hedonista y materialista que nos arrastra. Sabemos que no es el camino adecuado para solucionar los problemas planteados. ¿Por qué entonces no se hace nada para remediarlo? 

4.- ¿Necesita nuestro mundo colaboración y diálogo o, en cambio, destrucción del adversario? 

Si nos limitamos a observar lo cotidiano parece que casi siempre tenemos una dirección bien definida hacia la destrucción del adversario, intentando recoger en forma de réditos económicos la posición desaparecida. 

La colaboración y el diálogo sincero es la herramienta que debe suavizar las relaciones, allanar los caminos y mejorar los rendimientos. ¿Por qué entonces no se hace nada para remediarlo? 

5.- ¿Es nuestro mundo más o menos clasista que antes? 

Después de tantas guerras, reivindicaciones económicas, sociales y políticas, resulta que nada ha cambiado, seguimos haciendo diferencias por razón de raza, religión o sexo, sin entrar en otras consideraciones menos significativas, como diferencias éticas y estéticas. 

Somos conscientes de esta realidad y sabemos que debemos hacer algo para mejorarlo. ¿Por qué entonces no se hace nada para remediarlo? 

Este es el contexto en el que se mueve la humanidad y esta realidad debe tenerse en cuenta para cualquier consideración posterior. 

Así pues, en el mundo económico actual, conocidas las necesidades y las ventajas de asociación, la fuerza de las grandes corporaciones, la globalización de las comunicaciones y la unidad de mercado, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es una herramienta idónea para corregir desigualdades, encontrar puntos de unión y ver con algo más de optimismo el mundo empresarial, esencial para el desarrollo. 

Este concepto de RSC, muy asumido por las grandes corporaciones, no puede ser solamente un concepto sino que debe convertirse en una realidad, dejar de ser un recurso de marketing y adquirir estatus propio para poder dar respuesta a muchos de los problemas que vive nuestra sociedad. ¿Por qué entonces no se hace nada para remediarlo? 

La respuesta a esta repetitiva pregunta hay que buscarla en la lucha por el dinero y, en definitiva, por el poder. Tanto los antiguos filósofos griegos como los filósofos actuales nos proponen como gran objetivo conseguir la felicidad. Nosotros, en cambio, erre que erre, intentando arreglar todo con dinero aunque esto suponga renunciar a la vida intelectual, social, familiar o, incluso, a la salud. 

Si la descripción que hago es coherente, la RSC tiene un papel importante en nuestro mundo aunque puede resultar incómoda cuando se posiciona en contra de algún o algunos poderes personales e institucionales. ¿Por qué no dotamos a la RSC con poder dentro de la empresa para conseguir el objetivo? 

Esta pregunta tampoco tiene fácil respuesta a pesar de que la RSC se ha puesto de moda y ejerce una labor de concienciación dentro de las empresas. Una vez recorrido este camino, el departamento que dirige la RSC, de la mano de la dirección, debe incrementar sus acciones, siempre con criterio ético y responsabilidad personal, para conseguir mejores resultados. 

Sin duda, no es fácil encontrar un mundo empresarial donde se prioricen estas cuestiones pues siempre existirán resistencias, objetivos diferentes y prioridades más acuciantes. Sin embargo, tenemos que tener siempre presente que la RSC es posible sin renunciar a otros planteamientos productivos y que este comportamiento mejorará los rendimientos de la organización. 

Todo lo expuesto sería baldío para conseguir progresos sociales si a nivel individual no reunimos unas condiciones óptimas para ejercer el cargo que nos corresponda. 

Al igual que las empresas para conseguir unas condiciones de privilegio en el mercado que ejerce su actividad necesitan desarrollar tecnología que las posicionen favorablemente, es imprescindible contar con individuos bien preparados tecnológicamente y, sobre todo, humanamente para crear grupos de trabajo ágiles y eficaces. Es indispensable una buena formación. 

La cualificación de los responsables de estas empresas se presenta como pieza fundamental en este proceso. Si no disponen de las características específicas propias del cargo (liderazgo, empatía, conocimiento e inteligencia emocional) así como hábitos y comportamientos éticos transmisibles a sus subordinados, será difícil obtener resultados. 

La conclusión que defiendo es que la RSC ha de estar anclada en el contexto que vivimos, hay que dotarla de poder ejecutivo para ejercer su función y debe tener la capacidad suficiente para corregir y proponer actuaciones en beneficio de la organización y de la sociedad en su conjunto. Si no es así poco significado tiene dotar a las organizaciones de departamentos de RSC. 

En mi opinión, si esta parte de la organización no cumple con su misión sería mejor que la empresa se limitara a cumplir las leyes que sean de obligado cumplimiento y no crear expectativas, ya que, en el caso de no cumplirse, se puede provocar una insatisfacción grande a sus empleados, clientes y a la sociedad que la sustenta. 

 

 

 

 

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