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La situación de la niñez en el mundo se enfrenta a una crisis sin precedentes, en gran parte impulsada por la creciente desigualdad, la pobreza extrema y una violencia que se manifiesta de diversas formas.
Más de 333 millones de niños y niñas viven en pobreza extrema en el mundo

El informe anual de la representante especial de la ONU sobre la violencia contra los niños pone de relieve una alarmante realidad: más de mil millones de niños y niñas viven en situación de pobreza multidimensional y 333 millones en pobreza extrema. Esta situación compromete gravemente sus derechos fundamentales y hace urgente acelerar los esfuerzos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente aquellos que protegen a la infancia.

Contrario a lo que podría pensarse, la pobreza infantil no es exclusiva de los países menos desarrollados. Según el informe, incluso en las naciones más ricas, uno de cada cinco niños vive en la pobreza. Esta desigualdad afecta el acceso a derechos básicos como la educación, la nutrición y un entorno seguro, aumentando la vulnerabilidad frente a la violencia y otros abusos. De hecho, el número de niños sin escolarizar ha aumentado en seis millones desde 2021, afectando ahora a 250 millones de niños en todo el mundo. Este retroceso en los derechos educativos de la niñez destaca la importancia de redoblar esfuerzos para cumplir con el ODS 4 (Educación de Calidad).

Los expertos adviernte que la violencia contra las y los niños, en sus múltiples formas, es una realidad global que afecta a todos los países. Según Najat Maalla M’Jid, representante especial de la ONU sobre la violencia contra los niños, "no hay ningún país ni ningún niño que sea inmune". Esta violencia se manifiesta de diversas maneras, desde el maltrato físico en el hogar hasta la explotación en línea. En este contexto, los menores en situación de desplazamiento, los que viven en zonas de conflicto o los que pertenecen a minorías vulnerables son los más afectados, enfrentando un riesgo aún mayor.

A finales de 2022, más de 450 millones de niños vivían en zonas de conflicto, el mayor número registrado en los últimos 20 años. El estudio también resalta la grave amenaza que supone la crisis climática para los derechos de los niños, al aumentar el riesgo de violencia en contextos de inseguridad alimentaria, desastres naturales y desplazamientos forzados.

Uno de los aspectos más preocupantes del informe es el impacto de la violencia en línea, un fenómeno que ha crecido exponencialmente con el acceso global a la tecnología. Alrededor de 300 millones de niños han sido víctimas de explotación y abusos sexuales en línea en el último año, y con el auge de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, los riesgos se multiplican. La protección de los niños en entornos digitales es un reto clave en la lucha por garantizar su seguridad y bienestar, vinculado a la meta del ODS 16 (Paz, Justicia e Instituciones Sólidas).

Pro otra parte, el infrome advierte que el hogar es un espacio que no siempre es seguro. El entorno doméstico, que debería ser un lugar de protección, se ha convertido también en un espacio donde muchos niños sufren violencia física, emocional o sexual. Según el informe, la disciplina violenta es la forma más común de maltrato, afectando a cerca de 400 millones de niños menores de cinco años. Además, una de cada cinco adolescentes ha reportado haber sido víctima de violencia de pareja, lo que subraya la urgencia de abordar la violencia de género desde una edad temprana y en el ámbito familiar.

Invertir en la niñez: una apuesta por el futuro

A pesar de los avances, la reducción de las prácticas nocivas no ha sido suficiente para hacer frente al crecimiento de la población infantil y la complejidad de los desafíos que enfrentan. "Los niños no son un problema a resolver, sino un activo en el que debemos invertir", afirma Maalla M’Jid, destacando que solo un enfoque integral, que ataque las causas profundas de la violencia y la pobreza, permitirá construir un futuro más seguro y justo para la niñez mundial.

La urgencia de avanzar en los ODS es evidente. La protección de los derechos de los niños, especialmente en contextos de crisis, debe ser una prioridad global. Invertir en su bienestar no solo garantizará su desarrollo, sino que también permitirá construir sociedades más equitativas y resilientes.

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