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Cruz Roja ha publicado una píldora formativa que advierte que la inseguridad alimentaria, falta de ingresos y problemas de salud son las principales consecuencias de la sequía en familias vulnerables. En este escenario, la ONG propone una serie de recomendaciones para hacer una gestión eficiente del agua.
Sequía en España: impactos y estrategias para afrontarla

La sequía representa un desafío significativo en la actualidad para España. En estos días, Cataluña se encuentra en una situación excepcional con sequía en aproximadamente 240 municipios, afectando a más de 6 millones de personas. Sin embargo, las proyecciones de la ONU indican que para el 2050, las sequías podrían afectar al 75% de la población mundial, con más del 40% de la población global ya enfrentando escasez de agua. Según datos del MITECO, el 34,5% del territorio español se encuentra en situación de emergencia (21,9%) o alerta/excepcionalidad (12,6%) debido a la escasez de agua, con regiones como Cataluña, Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Murcia siendo las más afectadas.

Los expertos señalan que la sequía en España es un problema recurrente que afecta a diferentes regiones del país de manera cíclica. La variabilidad climática, la falta de lluvias y el cambio climático han exacerbado la manifestación de episodios de sequía, con impactos significativos, especialmente entre los grupos más vulnerables. Estos grupos, que tienen menos recursos para hacer frente a los efectos de la sequía, son los más afectados, lo que aumenta su vulnerabilidad.

En este contexto crítico, Cruz Roja destaca las consecuencias y los impactos significativos que la sequía puede tener en las familias y comunidades vulnerables. Desde la escasez de ingresos y alimentos en áreas agrícolas hasta posibles consecuencias sanitarias, la sequía afecta diversos aspectos de la vida cotidiana.

La gestión sostenible del agua y la agricultura se destacan como elementos clave para abordar las causas subyacentes de la vulnerabilidad ante la sequía. A pesar de que el 80% del agua en la Península Ibérica se destina al riego agrícola, se están implementando iniciativas para mejorar la gestión del agua y reducir el consumo excesivo en la agricultura, preservando así la disponibilidad futura de este recurso vital.

La sequía no solo reduce los niveles de agua en ríos, embalses y fuentes de agua, dificultando el acceso al agua potable para el consumo humano y las actividades diarias, sino que también puede conducir a condiciones insalubres y aumentar el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua. Además, la falta de lluvias afecta la disponibilidad de agua para los cultivos, lo que puede resultar en la disminución de la producción agrícola y afectar la seguridad alimentaria y los ingresos de las familias dependientes de la agricultura.

Además de los impactos en la agricultura, la sequía también afecta a otros sectores como la generación de energía hidroeléctrica, el turismo y la industria, generando tensiones sociales y económicas. Ante este desafío, surge el modelo de economía azul, que busca aprovechar de manera sostenible los recursos marinos y oceánicos para contrarrestar los efectos del cambio climático y desarrollar prácticas económicas alineadas con la preservación de la naturaleza.

La competencia por los recursos limitados, como el agua y la tierra cultivable, puede intensificarse durante períodos de sequía, lo que puede ocasionar conflictos entre comunidades y provocar consecuencias negativas en los ecosistemas naturales, como la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo.

La falta de acceso a agua potable y la escasez de infraestructuras sanitarias adecuadas, junto con la falta de higiene, causan aproximadamente 842,000 muertes al año en el mundo, con 1,000 niños y niñas muriendo diariamente por estas causas. En respuesta a estas problemáticas, Cruz Roja lleva a cabo una amplia intervención en materia de agua, promoviendo el uso de agua potable y concienciando sobre el uso y ahorro responsable de este recurso natural.

La huella hídrica es un concepto crucial que va más allá del consumo directo de agua para beber y asearse, abarcando el impacto total en el planeta al fabricar productos y alimentos. Evitar productos con una alta huella hídrica y promover prácticas que minimicen la contaminación del agua son formas alternativas de colaborar en la gestión eficiente del consumo y ahorro del agua.

Para mitigar la sequía, se pueden tomar medidas prácticas en el hogar tales como: 

  • Reduce el tiempo en la ducha, cierra el grifo mientras te enjabonas y evita los baños.
  • Utiliza la lavadora con la carga completa y el programa adecuado
  • Utiliza el lavavajillas con la carga completa
  • Si necesitas lavar platos en el fregadero, llénalo en lugar de dejar que el grifo corra continuamente
  • Revisa grifos, duchas y tuberías en busca de fugas, y repáralas.
  • Utiliza cisternas con doble carga para descargar sólo el agua necesaria, y coloca botellas de agua llenas dentro de la cisterna para reducir su capacidad.
  • Cierra el grifo mientras te enjabonas las manos, te lavas los dientes o te afeitas.
  • Instala dispositivos de ahorro que limiten el caudal, y que al mezclar con aire dan sensación de chorro abundante
  • Reutiliza el agua que utilizas para lavar, el que sale fría antes de ducharte para regar tus plantas u otros fines no potables
  • Considera la instalación de sistema de riego por goteo en tu jardín, y optimiza tu riego evitando las horas de máximas temperaturas, y prioriza el cultivo de las plantas autóctonas de tu zona frente a otras especies que necesitan más riego.
  • Invierte en dispositivos ahorradores y de consumo eficiente
  • Aprovecha el agua de lluvia

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