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Así lo afirma un estudio elaborado por Impact Hub Madrid e Imop Insights. Según la investigación todavía existe una importante brecha entre la toma de conciencia y la puesta en práctica de medidas que impulsen comportamientos más sostenibles. Además, los expertos advierten que la dificultad de visualizar los beneficios directos de los hábitos y medidas sostenibles en el terreno individual no facilita la adopción de comportamientos más responsables.

Negar el cambio climático es intentar tapar el sol con las manos: absurdo. La emergencia climática ya está aquí y sus efectos son cada vez más palpables. Preservar el planeta es un reto que requiere de la implicación y concienciación de toda la ciudadanía en su conjunto. Sin embargo, la mitad de la sociedad todavía no percibe una situación de riesgo o de urgencia por los efectos actuales del calentamiento global. Así se desprende del estudio “Consumo sostenible. De la intención a la acción”, elaborado por Imop Insights, con la colaboración de Impact Hub.

El estudio ha sido elaborado a partir de una muestra de 2.150 personas y destaca que tres de cada cuatro ciudadanos afirman haber tomado ya medidas en su día a día para luchar contra el calentamiento global. Sin embargo, todavía existe una importante brecha entre la predisposición o el conocimiento y la práctica real de comportamientos más sostenibles. Uno de los motivos que explican esta brecha es que cuesta asumir a nivel individual el riesgo climático porque, aunque se adopten hábitos y medidas sostenibles, no es tan fácil visualizar los beneficios directos de ese comportamiento más responsable. Además, durante la presentación del estudio se ahondó en la necesidad de desideologizar el cambio climático para fomentar conductas sostenibles.

La publicación afirma que un 26% de las personas encuestadas cree que llegaremos a conocer repercusiones muy graves en nuestro planeta, pero no por ahora, mientras que un 18% las sitúa a más largo plazo y cree que no llegaremos a conocerlas. Para el 62% de las y los consultados, ser sostenible es una actitud, una forma de entender la vida, aunque a veces no resulte suficiente. Pero hay un 30% que solo cambiaría realmente de hábitos si le ofrecieran algún beneficio por hacerlo, y un 8% solo lo haría si le obligaran a hacerlo.

Un dato llamativo que se desprende del estudio es que, al ser consultados por los aspectos que más les preocupan a diez años vista, solo un 16% sitúa en primer lugar el cambio climático, superado ampliamente por el desempleo, las condiciones de trabajo y los salarios (28%). Aspectos como la pérdida de valores, la violencia o el extremismo, el envejecimiento de la población o las pensiones rondan también el 15%.

Al respecto, Antonio González, CEO de Impact Hub Madrid afirmó que “La crisis climática representa la mayor amenaza global para el conjunto de la especie humana, y sin embargo la brecha entre la intención y la acción, entre el discurso y los hechos. sigue siendo una gran sima. El discurso de la sostenibilidad ha ganado notoriedad en el ámbito político y empresarial, pero necesitamos una respuesta generalizada, masiva y alineada de la ciudadanía, las administraciones públicas, el mundo empresarial y el tercer sector. Necesitamos políticas y acciones efectivas para impulsar comportamientos que contribuyan a mitigar los efectos del cambio climático y a diseñar los procesos económicos y productivos del futuro”.

El estudio también indaga acerca del consumo responsable. Sobre este punto, el estudio identifica cuatro respuestas de la ciudadanía: los activos, que están convencidos y sensibilizados (30%); los pro sostenibles, que están motivados o en proceso de cambio de hábitos (39%); los pasivos (24%); y los descreídos (7%). También se pone de manifiesto que el comportamiento sostenible se limita a hábitos poco sacrificados, como emplear bolsas de varios usos, comprar solo la ropa que necesito o adquirir productos de alimentación de proximidad. Por el contrario, cuesta más apostar por la movilidad sostenible, suprimir compras que tienen un gran impacto medioambiental o comprar ropa de segunda mano. Finalmente, se recogen percepciones como que la sociedad entiende que deben ser las empresas y gobiernos quienes desarrollen la tecnología y los productos adecuados para consumir; que el consumo sostenible no es accesible para toda la sociedad, sino solo para unos pocos; o que los mensajes sobre cómo debemos comportarnos a veces son contradictorios o cambiantes.

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