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Naciones Unidas advierte que, actualmente, en el mundo entero, apenas un tercio de las y los niños de diez años son capaces de leer y entender una historia sencilla. Los prolongados cierres de las escuelas debidos a la pandemia agravaron una crisis ya existente y de la cual es momento de hacernos cargo. Con el propósito de hacer frente a esta situación el Secretario General de la ONU António Guterres convocó una Cumbre sobre la Transformación de la Educación en el marco del segmento de alto nivel del debate de la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrado cada año en la sede de la Organización en Nueva York.

La educación está en el ojo de la tormenta. La pandemia de coronavirus y los cierres de los centros educativos que esta trajo consigo, no hizo más que profundizar la situación crítica en la que se encuentra la educación actualmente. Expertos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) afirman que el aprendizaje atraviesa una crisis en la que millones de niños y niñas carecen de competencias básicas en aritmética y alfabetización.

Con el objetivo de hacer frente a esta problemática y elevar el tema a cima de la agenda política mundial, el Secretario General de la ONU António Guterres convocó una Cumbre sobre la Transformación de la Educación en el marco del segmento de alto nivel del debate de la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrado cada año en la sede de la Organización en Nueva York. Las actividades de dicho cónclave comenzaron el pasado 16 de septiembre y culminarán hoy (lunes 19) con una plenaria en la que participarán numerosos jefes de Estado y de Gobierno, el Secretario General de la ONU y dirigentes de organismos internacionales, líderes mundiales del rubro educativo y sectores relacionados, y activistas de la educación.

Para ilustrar el problema actual de la educación y la necesidad imperiosa de resolverlo, UNICEF instaló el “Aula de crisis del aprendizaje”, un modelo de salón escolar que refleja la cantidad de niños y niñas que no consiguen asimilar una serie de competencias básicas. En esta aula de crisis del aprendizaje, una tercera parte de los pupitres son de madera y están listos para usarse con una mochila de UNICEF puesta en la silla que tienen detrás. Esta sección representa a los escolares de diez años que cumplen con el indicador de competencia mínima requerido en las pruebas de comprensión de lectura. Fabricados en un material transparente, los dos tercios restantes de los pupitres son casi invisibles para representar al 64% de los niños de diez años que no son capaces de leer ni entender una historia escrita sencilla.

El contexto es realmente preocupante y se necesitará de un gran compromiso por parte de los líderes políticos para revertir esta situación. Como consecuencia de las medidas tomadas durante la pandemia, El Banco Mundial estima que la proporción de niños de diez años de los países en desarrollo más pobres que no saben leer ni escribir se ha incrementado del 53% al 75%. Diversas investigaciones muestran que, para muchos estudiantes, sobre todo niñas y chicas jóvenes, esta interrupción puede volverse permanente, con las implicaciones que esto tiene para su futuro y para la economía de sus países: las proyecciones indican que esa generación perdería diez billones de dólares en ingresos durante su vida laboral.

Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), advirtió que una generación está en riesgo y que casi la mitad de las personas que sufren hambre en el mundo son niños en edad escolar. El hambre tiene consecuencias devastadoras para la educación y la capacidad de los pequeños para recuperar el aprendizaje perdido durante el cierre de las escuelas debido al COVID-19. Según el PMA, la crisis alimentaria mundial habría dejado a 23 millones de menores de 18 años en una situación de inseguridad alimentaria aguda desde principios de 2022, lo que aumenta a 153 millones la cantidad de niños con hambre, casi la mitad de los 345 millones de personas que sufren ese flagelo en 82 países. En este sentido, la agencia de la ONU destacó el vínculo existente entre el hambre y la pérdida de oportunidades de aprendizaje, y aseveró que los programas de comidas escolares pueden ayudar a romperlo.

Las y los estudiantes con discapacidad también se encuentran en una posición crítica. El desafío es nivelar nuevamente para que estos estudiantes puedan estar en línea con los demás. Y eso implica tareas importantes como las adecuaciones curriculares, ateniéndose a lo que prescribe la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Esto significa los apoyos personalizados, la ayuda entre pares y otra serie de provisiones para que se produzca realmente esa educación inclusiva de calidad que merecen.

Sin lugar a dudas, la clave está en la inversión La directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, afirmó que las escuelas con recursos escasos, maestros mal pagados y poco calificados, aulas hacinadas y planes de estudio arcaicos socavan la capacidad de los pequeños para alcanzar su potencial.“La trayectoria de nuestros sistemas educativos es, por definición, la trayectoria de nuestro futuro. Tenemos que invertir la tendencia actual o enfrentarnos a las consecuencias que se derivarán de no haber educado a toda una generación. Los bajos niveles de aprendizaje de hoy suponen menos oportunidades en el futuro”, puntualizó Russell. UNICEF instó a los gobiernos a comprometerse a brindar a todos los niños y niñas una educación de calidad por medio de nuevas acciones e inversiones para inscribir y retener a todos los pequeños en la escuela, aumentar el acceso a la recuperación y puesta al día tras los retrocesos debidos a la pandemia, apoyar a los maestros con herramientas y materiales didácticos, y garantizar que las escuelas sean seguras y propicias para el aprendizaje.

Más de 100 líderes han entregado una carta en la que piden a la Cumbre que destine recursos para hacer frente a la crisis mundial de la educación, y que se comprometa a tomar medidas audaces y a conseguir "la primera generación de la historia en la que todos los niños vayan a la escuela". Los firmantes de la carta proponen "un pacto por la educación mundial entre los países en desarrollo y las economías desarrolladas para que proporcione la ayuda de donantes" que incluya, entre otras cosas:

  • el aumento por parte de los países en desarrollo de sus presupuestos de educación hasta el 15-20% de su gasto público y el 4-6% de sus ingresos
  • el apoyo de un aumento de la financiación sostenible para la educación a través de la reforma de los sistemas fiscales nacionales, junto con una acción internacional para reducir las lagunas fiscales y el flujo financiero ilícito
  • el aumento de la ayuda internacional que proporcionan los bancos multilaterales de desarrollo para subir del 10% al 15% el apoyo a la educación, desbloqueando 15.000 millones de dólares adicionales en los próximos cinco años para 200 millones de niños
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