En el escenario político mundial, la participación activa de la juventud es más que una tendencia; es una fuerza transformadora que está remodelando el paisaje político y redefiniendo las narrativas tradicionales. En un mundo marcado por la incertidumbre y la complejidad, la juventud emerge como un catalizador de cambio, desafiando las estructuras establecidas y exigiendo una mayor representación y acción en los asuntos que moldearán su futuro.