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En el escenario industrial europeo, España es un agente clave en la producción de automóviles, consolidándose como el segundo país productor de vehículos en Europa y el noveno a escala mundial. Nuestro país cuenta con una capacidad de fabricación anual superior a los 3 millones de unidades, una cifra que incluso se ha llegado a superar en determinados momentos récord, como pudo ser en el año 2017.
La transición ecológica del sector automovilístico debe ser entendida en tres dimensiones: ecológica, social y económica

La industria automovilística europea se enfrenta, a su vez, a un desafío sin precedentes: el que plantea la transición ecológica. La Comisión Europea presentaba recientemente una recomendación sobre el objetivo de emisiones para 2040 con la finalidad de establecer la senda hacia la neutralidad climática en 2050. Planteaba una reducción del 90% de las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2040 con respecto a los niveles de 1990, creando un debate con todas las partes interesadas. Para abordar este desafío, las compañías debemos estar firmemente comprometidas con las directrices europeas y remar juntos hacia una movilidad más sostenible, uno de los principales temas planteados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la agenda 2030. Esta transición verde solo puede ser posible si todos los actores del sector industrial automovilístico nos enfocamos en tres dimensiones: la ecológica, la social y la económica: 

  1. Dimensión ecológica: la apuesta por la descarbonización

El futuro pasa por la descarbonización y la electricidad renovable es la clave. La gran mayoría de las soluciones de descarbonización en la automoción se basan en la electricidad renovable: la electrificación, el hidrógeno verde, los combustibles sintéticos… Todos tienen sentido a partir de esa electricidad renovable. Actualmente, los vehículos eléctricos e híbridos enchufables son la solución preferida para descarbonizar la movilidad, en buena parte porque la regulación los fomenta. Pero cada tecnología tiene ventajas y limitaciones y eso hace que para cada aplicación haya que considerar tecnologías diferentes. En los turismos parece claro que el vehículo eléctrico es la mejor solución. Por el contrario, para vehículos industriales, la pila de hidrógeno o el uso de combustibles sintéticos creo que serán las soluciones preferidas. Y es que, a medida que aumenta el peso del vehículo - y teniendo en cuenta que el factor peso de las baterías es muy limitativo - también se reduce su capacidad de transporte. Imaginemo, por ejemplo, lo que pueden llegar a pesar las baterías para mover camiones de 25 a 30 toneladas.

  1. Dimensión social: la inversión en upskilling y reskill

En el contexto laboral actual, caracterizado por la rápida evolución tecnológica y la constante redefinición de las habilidades, la inversión en formación emerge como un objetivo prioritario. Esta transición hacia la nueva movilidad debe llevarse a cabo de manera eficiente, también en términos de recursos humanos, teniendo en cuenta la transformación actual del mercado. Es cierto que va a haber

una reducción de trabajo en términos de mano de obra directa, como ya empezamos a observar, pero también se crearán otros nuevos puestos de trabajo. Por eso, es importante que las compañías ofrezcan a sus trabajadores formación para cubrir las necesidades actuales de la industria a través del upskilling, que consiste en formar a los empleados en nuevas habilidades y competencias para que puedan optimizar su desempeño en el actual puesto de trabajo, y también mediante el reskilling para que puedan adaptarse a un nuevo puesto dentro de la empresa.

  1. Dimensión económica: la garantía de un precio competitivo

El coche eléctrico tiene que ser competitivo en términos de precio, debe de llegar a tener una autonomía similar a la de un coche de combustión y se tiene que cargar de manera fácil y rápida. Es necesaria una mayor oferta de vehículos eléctricos asequibles para la población española. Aunque actualmente la variedad de modelos está aumentando entre los vehículos de tamaño medio y premium, faltan opciones en el segmento de precios más bajo. La industria automovilística europea no debe perder de vista la categoría de coches compactos y utilitarios, los más asequibles, especialmente porque los fabricantes chinos están ofreciendo ya una atractiva gama de modelos en nuestro mercado. El principal factor de coste de los vehículos eléctricos sigue siendo la batería, que representa alrededor de un tercio del coste total. Una posible solución para reducir su coste podría ser utilizar baterías más pequeñas. Sin embargo, su menor autonomía implicaría la necesidad de disponer de una gran infraestructura que permitiera a los conductores recargar rápida y fácilmente su vehículo en cualquier momento.

La transición ecológica del sector automovilístico es un pilar clave para posicionar a España como un actor clave a nivel europeo y mundial, independientemente de la tecnología que se utilice para descarbonizar la movilidad: coche eléctrico, híbrido, de pila de combustible, motor de hidrógeno o de combustión propulsado con combustibles sintéticos. Y el éxito va a requerir un fuerte compromiso con la excelencia y, sobre todo, de la unión y de la implicación por parte de todos los agentes del sector.

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