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Tomo algunas ideas de un artículo (“Innovación, emprendedores y empleo”) de mis colegas del IESE Mª Julia Prats y Josemaría Siota en un suplemento de El Periódico del pasado 28 de febrero. Su objetivo es sugerir medidas que pueden ayudar a posicionar mejor la economía española en el mundo de la innovación. El artículo ofrece más ideas; aquí tomo sólo algunas que me han llamado más la atención
  • Hay demasiado centros de innovación: “casi todas las comunidades autónomas han intentado crear su propio Silicon Valley”. Resultado: mediocridad, redundancia, minifundismo y desperdicio de recursos. La prueba del pudín está al comerlo, dice el refrán: los resultados no llegan al mercado en forma de nuevos productos y procesos. Pero, claro, nadie se atreve a cerrarlos. Pero no son atractivos, de modo que están llamados a seguir una vida lánguida… “Tenemos un ecosistema de innovación incompleto y con una peligrosa tendencia al deterioro”. Quizás sobra protagonismo y falta coordinación y generosidad: si el vecino puede hacerlo mejor, colaboremos con él, en lugar de tratar de imponer nuestro modelo.
  • “Un territorio que no crea o atrae nuevas oportunidades de creación de empleo (…) se condena a la marginalidad”. Más claro, el agua: no creo tu acción innovadora si no eres capaz de crear empleo (de calidad, como dicen ahora).
  • La Administración pública tiene que redefinir sus objetivos, “centrarse en poco retos, tres o cuatro, y apostar por un plan a largo plazo para cada uno de ellos”. Particularismos políticos o territoriales, abstenerse.
  • Hay que dar un salto cualitativo en educación, “ya que solo se logra sostener el ciclo de innovación con personas preparadas” -y de todos los niveles, añadiría yo: no basta tener media docena de investigadores de primera, si fallan los asistentes, los consultores, los servicios externos y mil más.
  • Eliminar trabas y burocracia.
  • Nuevas formas de medir los resultados, remuneración por objetivos, especialización por centros. Mayor coordinación entre universidades y centros, para evitar duplicidades. Creo que ya he contado alguna vez la respuesta que me dio un profesor de una buena universidad cuando le sugerí que tenían en la región el entorno ideal para hacer crecer un centro de investigación especializada de alcance internacional: “tenemos tres, y no se hablan entre ellos”.
  • Reducir el número de clústeres, y especializarlos: “deben ser pocos, intensivos en conocimiento, especializados en sectores innovadores y capaces de retroalimentarse”.

El artículo de Prats y Siota tiene otros muchos consejos de interés. Los que he recogido y comentado antes me parece suficientes para poder reivindicar una política (pública y privada) eficaz, generosa, abierta, sin personalismos, con generosidad… ¿O caigo en la ingenuidad? Bueno, quizás la experiencia mundial me dé la razón…

Imagen Impact Hub Madrid 

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