Hoy me desperté soñando en la capacidad de los clientes para condicionar la conducta ética de las compañías, en términos tan sensibles y vinculados a una correcta acción de RSC como por ejemplo la responsabilidad fiscal y sus implicaciones para la sociedad.
En este sentido, hace unos días leía una noticia que no hace sino confirmar el empowerment de los clientes y su capacidad de influir en las marcas a través de su presión en las RRSS. Me encontré con el siguiente tweet:
#WhereisRey fuerza a @Disney y @HasbroNews a incluir a Rey en los juguetes de #StarWars
Un sencillo hastag, obliga a dos de las compañías más importantes del mundo a incorporar en su estrategia de merchandising a Rey, la protagonista de la última película de la saga Starwars. ¿Increíble verdad? ¿Cabía imaginar hace 10 años semejante poder en manos de los clientes?
Un extraño mecanismo mental se puso en marcha y automáticamente, mientras leía esta noticia, mi mente empezó a imaginar que pasaría si este poder de influencia se concentrase en terrenos más vinculados a la responsabilidad fiscal de las empresas. En un momento en que la ingeniería financiera de las multinacionales les permite llevar a cabo acciones de elusión fiscal, la clase media (la que todavía sobrevive y puede mantener tal definición) se ve sometida a una creciente presión fiscal y a una merma de servicios públicos.
Por poner un ejemplo, os adjunto un enlace a un reciente artículo sobre Apple y sus problemas fiscales en Europa por presuntas prácticas de elusión fiscal. Podemos resumir en dos párrafos la perplejidad y la indignación que puede generar en millones de contribuyentes leer y conocer cual es la fiscalidad efectiva aplicada a una compañía capaz de generar semejantes beneficios.
Y yo me pregunto: ¿Que trabajador paga hoy una tasa impositiva del 12.5%?
Así que soñando, soñando, he llegado a la siguiente deducción:
BRAND ADVOCACY x RSC ADVOCACY = ????
¿Donde nos podría llevar semejante combinación? Somos conscientes del poder de los embajadores de marca y su capacidad de influir, condicionar y amplificar los mensajes de una compañía. Somos testigos del poder de un simple #hastag para condicionar la estrategia de una multinacional como Disney. Entonces, que sucedería si esa devoción por el producto y/o marca derivase también en una demanda de comportamientos más responsables en materia fiscal. ¿La devoción por una marca no debería tener sesgos hacia determinados valores?
En un entorno de desigualdad creciente, lo que si está en nuestras manos es informarnos y compartir aquellas situaciones que no se sitúan en el marco de una actuación moralmente ética aunque cumplan con la más estricta legalidad (un ejemplo muy claro es la elusión fiscal). El motivo es muy sencillo: nos afecta directamente a nuestro bolsillo!
Frente a los grandes lobbies que condicionan a nuestros gobernantes en favor de sus propios intereses, a nosotros sólo nos queda la información y la difusión como forma de presión.
Como os decía, me he levantado soñador.