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 Hace unos días tuve la ocasión de escuchar al profesor José García Montalvo,Catedrático de Economía de la Universitat  Pompeu Fabra (UPF).

 En su intervención se destacaron tres aspectos sobre lo que ya estamos viviendo y que será algo normalizado en un    futuro:

  -Debemos acostumbrarnos a una "recesión perpetua" que experimentará de manera puntual periodos de expansión y     mejora.

 - La productividad explica el crecimiento de la economía en el mundo. Si no somos productivos no crecemos (y no hablamos de bajar salarios sino de trabajar mejor).

 - La desigualdad es estructural, no va a irse. Tiene que ver con la 2a revolución de las maquinas. Si un trabajo lo puede desempeñar una máquina no lo hará una persona. Por tanto si en un futuro hay mayores dificultades para acceder al conocimiento que genera valor añadido y una alta especialización -justamente por la desigualdad económica generada por la pérdida de empleo o trabajo precario- va a perjudicar nuestra empleabilidad y aumentar la desigualdad todavía más. Por este motivo, a partir de ahora difícilmente una "recuperación económica" será directamente proporcional a creación de empleo, aunque sí habrá cierta concordancia.

 No es un panorama muy optimista ¿verdad? pero personalmente me encaja bastante:  
Hoy nos encontramos ya en una etapa de crecimiento económico, cierto, pero no podemos decir que hemos salido de la crisis ya que no nos encontraremos en una situación como la anterior nunca más (con sus luces y sus sombras). Y aunque la desigualdad ya era estructural hace unos años, el fenómeno de la construcción nos hacía creer que lo que era contextual (la bonanza) era estructural.

El profesor García Montalvo habla claro con un propósito: incitar a la reflexión y generar propuestas. No olvidemos que ha sido consultor del Banco Mundial, la Unión Europea, la OCDE y el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros organismos.

¿Qué podemos hacer ante este escenario de desigualdad creciente? 

La tecnología tiene muchísimas ventajas pero también algunos inconvenientes como que hace que se extingan algunas profesiones y surjan otras. El cambio es lo que permanece. Pero no todo el mundo sabe o puede adaptarse fácilmente al cambio.  Por este motivo la Responsabilidad Social será cada vez más importante en esta nueva situación, ya que ayuda a minimizar este impacto de desigualdad creciente.  

De ahí la importancia de que la empresa busque además de una mejora de la relación con sus clientes, proveedores y personas que forman parte de la empresa como trabajadores, un impacto positivo en su comunidad. No vale con encogerse de hombros y afirmar que la situación es la que es. Hay que reflexionar para generar un pequeño cambio que implique una pequeña mejora, poco a poco, día a día. Y las personas, sea en nuestro entorno laboral o fuera de él, debemos de tomar conciencia de que nuestro impacto es importante y que todo suma. ¡Fuera excusas!

Por este motivo la educación y la responsabilidad social deben ir muy unidos. Desde pequeños. Igual que se está enseñando (por fin!) a los niños a emprender debe generalizarse y darle la importancia que toca al fomento de los valores.

Es un tema serio: durante generaciones hemos tenido estudiantes aventajados que han aprehendido conocimiento sobre diferentes disciplinas y se han convertido en grandes profesionales reconocidos en economía, física, derecho... pero no han incorporado la ética y los valores en su proceso de aprendizaje. No se le ha dado importancia. La mala praxis ha tenido una relación incuestionable con burbujas y estallidos posteriores.

 No podemos echar la culpa al ámbito educativo exclusivamente. ¿Qué ha pasado con educar en valores a nuestros hijos y promover los valores entre las personas que conocemos? Sigue siendo habitual no dejar el asiento en el metro, no cruzar por el paso de cebra o esperar a que el semáforo cambie en rojo. Son pequeñas muestras de cómo nos compartamos en nuestro entorno. El hecho de que sea "habitual" no significa que "sea lo correcto" y debe establecerse  también una relación de coherencia entre lo que enseñan a nuestros hijos y lo que les enseñamos en casa.

¿De qué sirve tener una alta preparación en la escuela o en la universidad y tener acceso al conocimiento que genera valor añadido si después -en el momento de dirigir una empresa, emprender o relacionarnos con los compañeros- no pensamos en el impacto que podemos causar?

Desde hace algunos años las escuelas de negocios ya incorporan la Responsabilidad Social entre sus asignaturas. Sin embargo lo ideal (todo un reto) sería que cada una de estas disciplinas tuviera en cuenta los valores y el impacto de usar responsablemente este conocimiento de manera transversal, tal como se espera que se haga en su futuro profesional en una empresa responsable.

Cuotas exorbitadas de paro juvenil, trabajadores precarios... todo esto es cierto. A pesar de ello , los jóvenes han manifestado reiteradamente su interés por incidir positivamente en el entorno, tal como afirma Dolors Reig, socióloga y profesora universitaria. Y los jóvenes también influencian a sus padres con estos nuevos valores.

Porque vivimos en entornos conectados, somos sociales y nos relacionamos educar para ser responsables debería ser obligatorio.

@immaperez @nottopic

*Artículo publicado en el blog de www.nottopic.es

 

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