Según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (DESA), aún estamos lidiando con la “resaca del COVID”, aunque los temores inflacionistas están remitiendo, por lo que la “transición” hacia una economía limpia con cero emisiones de gases de efecto invernadero podría ser una buena noticia si se aplican las políticas adecuadas.
En una conversación con Noticias ONU, Hamid Rashid, autor principal del informe "Situación y perspectivas de la economía mundial a mitad de año", publicado el 16 de mayo, subraya que aunque la inflación ha disminuido desde su punto máximo en 2022, los bancos centrales aún no pueden declarar victoria. "Todavía hay margen de mejora", destaca.
Rashid señala que si bien algunos países en desarrollo enfrentan una inflación considerable, la tendencia global es positiva. "Todo se reduce al nivel de vida", explica. "Si los precios suben más rápido que los salarios, la situación empeora en términos reales".
Al abordar el impacto de los conflictos mundiales en la economía, Rashid destaca cómo el inicio de la guerra en Ucrania provocó aumentos abruptos en los precios de las materias primas, como el petróleo y los cereales. Sin embargo, señala que estos precios se han estabilizado en gran medida. Respecto a la guerra en Gaza, Rashid comenta que, si bien ha habido ciertos aumentos en los precios del petróleo y algunas materias primas, el mercado mundial ha respondido de manera eficiente, mitigando los efectos negativos en los precios.
El experto también analiza los desafíos logísticos derivados de los conflictos, como las restricciones en la ruta del Mar Rojo, que han resultado en aumentos en los precios de los fletes. Además, destaca el riesgo geopolítico como un obstáculo significativo para el crecimiento, lo que ha llevado a ajustar a la baja las previsiones de crecimiento para la mayoría de los países africanos.
Al reflexionar sobre el impacto continuo de la pandemia de COVID-19 en la economía mundial, Rashid enfatiza que aún no se ha recuperado completamente. Señala que el comercio, un motor crucial para el crecimiento económico, sigue estando por debajo de los niveles pre-pandémicos. Además, critica las medidas de austeridad adoptadas por algunos países, argumentando que estas pueden obstaculizar la recuperación económica al frenar el impulso económico necesario para atraer la inversión privada.
Finalmente, Rashid aborda la transición hacia una economía más sostenible, instando a los países a adoptar políticas que agreguen valor a los recursos naturales en lugar de simplemente exportarlos en su forma bruta. Destaca la importancia de la innovación y las políticas industriales para agregar valor a los minerales y recursos naturales, y sugiere que los gobiernos pueden tomar decisiones estratégicas para garantizar un desarrollo sostenible.