Hay quienes, desde la soberbia, juzgan que el hombre no guarda ya secreto alguno para la ciencia y la tecnología, en especial desde que se ha abierto la era de la inteligencia artificial. Sin embargo, vivir en relación con el misterio no solo no empobrece nuestro existir, sino que lo abre a la fecundidad de la confianza, de la esperanza, de la humildad, del asombro.