Es una cuestión de responsabilidad y de ser consecuente. Los fondos soberanos noruegos, Norges Bank, que son la referencia ya que están a la cabeza del sector, llevan años liderando las tendencias mundiales. Es conocida su predilección por las corporaciones limpias con el medio ambiente y su abandono de posiciones en industrias menos responsables. Asimismo, proliferan las soluciones como Clarity, ideado por la española Rebeca Minguela, reconocida por el Foro Económico Mundial como Joven Líder Mundial, quien está desarrollando una herramienta de uso para los gestores de fondos, capaz de medir el impacto social del capital, de forma que les ayude en la toma de decisiones. Este tipo de iniciativas, son una respuesta natural a la lógica inquietud de los inversores privados, quienes cada vez más se preguntan ¿qué se hace con mi dinero mientras está en depósito? Todos quieren que crezca, pero no a cualquier precio; y quieren sentirse cómodos y orgullosos de las respuestas recibidas.
A colación de este nuevo interés, la inversión en empresas con alto potencial de crecimiento y/o de nueva creación, adquiere un valor renovado. Durante la crisis, todos hemos conocido a alguien que ha tenido que "buscarse la vida" y reinventarse. En muchos casos el resultado ha sido la creación de una nueva empresa con la que realizar su trabajo, y de entre esos casos que en la mayoría son autoempleo para la supervivencia, algunos también crecen de modo que generan más empleos. Ayudar a esas empresas a crecer es ayudar a la economía real: son puestos de trabajo con nombres y apellidos y eso cada vez resulta más atractivo a los inversores particulares. Es una forma de ayudar a que crezca la economía.
Tras cinco años trabajando en SociosInversores.com, ayudando a las startups a encontrar financiación, he asistido en primera línea al crecimiento de un sector muy interesante por su trasfondo tanto económico como social, y esta evolución ha repercutido en aspectos muy atractivos: el inversor se ha profesionalizado, ha crecido el número de empresas financiadas por capital privado (no olvidemos que España sigue siendo en este aspecto mucho más dependiente de la banca que sus vecinos europeos), también ha aumentado el capital invertido en las operaciones, en 2015 se publicó la nueva Ley 5/2015, de 27 de abril, que aplica para la incorporación de particulares al capital de la empresa, se ha determinado a un regulador que observa como es la CNMV, todo ello me hace valorar esta evolución muy positivamente, creo que este crecimiento es bueno para el inversor, para las empresas y para todo el tejido económico del país.
No hay duda de que viviemos un momento especial en el que está apareciendo un inversor más preocupado y más responsable.