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Para decirlo de una manera simple la economía circular consiste en transformar los problemas en oportunidades, los  desperdicios en productos novedosos. Transformar el verbo “rehusar” a “reusar”.

“No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo” (Víctor Hugo)

En 1951 un ingeniero de mirada escrutadora -Joseph Juran- advertía a quien le hiciese caso: “hay oro en la mina”. Lo decía, en su libro Quality Control Handbook, en referencia a los defectos y desperdicios que las empresas asumían como costes inevitables, y los cargaban sin rubor al cliente, o al medioambiente. Pero eran otros tiempos: cuando la demanda de bienes era muy superior a la oferta, y los fabricantes podían darse el lujo de vivir bien, sin hacer caso al señor Juran. Tiempos donde los gobiernos cerraban un ojo, y a veces los dos, ante la contaminación de las aguas, los aires, y los suelos. Ha tenido que pasar más de medio siglo para que no solo las empresas, sino los organismos internacionales, volvieran su mirada a esa mina abandonada, y empezaran a descubrir el codiciado metal dorado.

Septiembre del 2018. Lima, Perú. Esta semana participé en un encuentro de “buscadores de oro” venidos de Europa y América. Escuché ideas disruptivas, como la siguiente: “Algunas empresas consideran a las leyes ambientales como costos, y se defienden y las combaten. Es un error; son oportunidades de negocio”. Y no lo dijo un ecologista, sino un joven empresario que demuestra que su conciencia social y ecológica es altamente rentable (Vasco Masías). También Petra Schwager, Directora del Programa de Alianzas para Países en Perú de ONUDI, confirmó ese enfoque: “La economía circular no es solo benéfica para el ambiente, sino para la empresa”.

Este interesante espacio de diálogo fue el I Foro Internacional de Economía Circular organizado por la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y los ministerios del Ambiente y de la Producción del Perú. Diego Mellado, embajador de la Unión Europea lo expresó de manera contundente: “La economía circular no es solo un concepto idealista; es una política de estados para la Unión Europea. No son solo recomendaciones. Estamos hablando de grandes fondos, de financiamientos, de millones de euros”.

¿Pero qué esto de la economía circular? ¿No será una moda más? objetan algunos incrédulos ante tanto entusiasmo. Para decirlo de una manera simple la economía circular consiste en transformar los problemas en oportunidades, los  desperdicios en productos novedosos. Transformar el verbo “rehusar” a “reusar”. Un enfoque irresistible, en apariencia... pero no para todos. ¿Cuánto va a costar? ¿Es obligatorio? ¿Habrá más zanahorias o más palos? Estas dudas existen en los que no se acaban de creer el concepto, y miran de reojo a los promotores.

Un gobierno que sí se ha tomado muy en serio el nuevo enfoque es Chile. Y una primera y severa medida ha sido prohibir las bolsas de plástico en los grandes supermercados y comercios. Una iniciativa aprobada por unanimidad de todos los políticos, en las dos cámaras legislativas, y que tuvo el 95% de respaldo ciudadano. Pero hay más. Guillermo González, director del Área de Economía Circular del Ministerio de Medo Ambiente de Chile, explica que existe una política de Estado irreversible en este tema; aunque no se deje todo a la buena voluntad. Considera que la tarea debe hacerse: incentivando, regulando y prohibiendo. Su eslogan es “el que contamina paga”. Su gobierno ha establecido multas de hasta 9 millones de dólares, pero al mismo tiempo destina fondos gubernamentales de hasta 100,000 dólares para apoyar proyectos de economía circular.

Tal parece que la economía circular ha llegado para quedarse. La actual conciencia social y ambiental de la ciudadanía lo demanda, y los gobiernos están dando serios pasos para dar respuesta a esa exigencia. Las empresas están más remolonas, pero ya existen algunas pioneras que han aceptado el reto, y tienen un impacto positivo en su imagen, pero sobre todo en su cuenta de resultados. Los ciclos económicos son un espejo de los ciclos naturales y sociales. No parece muy inteligente nadar contra corriente; más aun sabiendo que estar en armonía con los ciclos del planeta es un estado natural y deseable.

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