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El discurso de la igualdad de oportunidades y la diversidad está presente en el mundo empresarial y social en general. Pocas son las organizaciones, públicas o privadas, que no estén de acuerdo con la importancia de impulsar entornos laborales diversos e igualitarios.

En ese sentido, si analizamos del discurso y lo que se expresa en las organizaciones podríamos asegurar que estamos en el camino hacia la plena igualdad de oportunidades e integración de la diversidad. Sin embargo, hay una marcada distancia entre el discurso y la acción.

Los datos de estudios recientes a nivel global demuestran que el liderazgo empresarial se compromete en lo que dice, pero no se acompaña con políticas y acciones sobre la igualdad. El 68% de trabajadores en puestos de liderazgo están comprometidos o apoyan la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer y hasta un 41% aboga por la igualdad de género en foros públicos, según un informe de Business for Social Responsibility (BSR). No obstante, solo el 28% tiene objetivos y metas mesurables y con plazos determinados, y el 25% informa públicamente su progreso y resultados en este ámbito.

Esa importante brecha entre lo que las empresas quieren hacer o dicen que hacen y sus acciones concretas, también se evidencia a el informe Approaching the Future 2020: Tendencias en Reputación y Gestión de Intangibles, elaborado por Corporate Excellence y CANVAS Estrategias Sostenibles. El 85% de los de directivos y responsables de empresas considera haber avanzado en materia de igualdad e inclusión, aunque solo el 36% asegura estar trabajando en igualdad y diversidad. Los datos revelan un estancamiento en las medidas, entre ellas ha descendido un 25% la implantación de planes de igualdad en las empresas respecto a 2019, y las políticas de conciliación se han reducido un 12%. Además, otras medidas, como el compromiso de la alta dirección en estas políticas inclusivas o la medición de la brecha salarial, han sufrido descensos más leves del 2%.

Este retroceso de los avances en igualdad se ha visto agudizado por el impacto negativo de la COVID-19 y las implicaciones de la pandemia en el desarrollo profesional de las mujeres. En este sentido, un estudio reciente publicado por IESE revela que las mujeres que han teletrabajado durante la pandemia han asumido un 29% más de responsabilidad que los hombres en el cuidado de personas dependientes (mayores y niños), soportando un 20% más de fatiga mental y un 16% más de estrés que los hombres durante el confinamiento.

Además del riesgo que implica perder o no aprovechar el talento de las mujeres, la falta de acciones reales para luchar contra la desigualdad obstaculiza a las empresas a la hora de abordar los retos globales más urgentes. Porque está comprobado que la integración de la diversidad aporta mayor amplitud de perspectivas, así como incrementa la capacidad de innovación y creatividad, recursos fundamentales para responder a nuestro mundo complejo y en constante cambio.

Como decimos, se trata de inteligencia social para tener organizaciones más diversas que atiendan a necesidades diferentes, a la vez que se respetan los derechos humanos y laborales, y así crear una sociedad inclusiva e igualitaria para todas las personas sin discriminar por género, capacidades, edad, origen o cultura.

Igualdad y diversidad, más allá de la responsabilidad empresarial

Para los expertos y expertas encuestados en Approaching the Future 2020, el primer factor que ha impulsado avances en esta materia durante el último año es la mayor demanda social y presencia de la inclusión y diversidad en la agenda pública.

Actuar para lograr entornos organizaciones más inclusivos es cada vez más una necesidad colectiva si queremos avanzar hacia un mundo más sostenible y justo.

Con la Agenda 2030 como guía para la acción, observamos que la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5, Igualdad de género está estrechamente ligada con nuestra capacidad para lograr otros ODS como la reducción de desigualdades (ODS 10), trabajo decente y crecimiento económico (ODS 8) o el fin de la pobreza (ODS 1). Además del estrecho vínculo con el ODS 13, Acción por el Clima, como lo demuestran múltiples estudios sobre género y cambio climático.  

¿Cómo acelerar la acción para impulsar un liderazgo empresarial más inclusivo y diverso? Si observamos a nuestro alrededor, las empresas de referencia en ese sentido tienen dos rasgos comunes:

  • Un propósito capaz de generar impacto positivo a largo plazo
  • Una cultura corporativa basada en valores inclusivos y acciones coherentes

Fomentar el liderazgo inclusivo ha de partir del comportamiento de la empresa y del convencimiento de que es una necesidad social y una oportunidad para todas las personas, tanto las que forman parte de la organización como las que son impactadas por ellas. Vemos que las organizaciones que aúnan propósito y cultura corporativa son capaces de repensarse y generar un liderazgo con valores transformadores y conductas que los vuelven cotidianos y reales.

Como analizábamos recientemente en RADAR CANVAS, plataforma de inteligencia social y conocimiento de CANVAS Estrategias Sostenibles, en un contexto en plena transformación es necesario que cualidades como la empatía, la sinceridad y la  cercanía sean valores centrales de una nueva forma de liderazgo. Un liderazgo que permita no solo promover la determinación y la transparencia dentro de las organizaciones, sino también avanzar en la igualdad de derechos y oportunidades. Vivimos el reto social y organizacional de transformarnos y la riqueza que aporta la diversidad en todos los niveles es un signo de evolución que no podemos dejar atrás.

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