Pero también porque el festival, más allá de los contenidos musicales, contó con la aportación de organizaciones como Cruz Roja, Intervida, Surfriders, Intermon Oxfam, Fets y Som Energía. Y, además, este año, que se cumplen 50 del surgimiento de Aministía Internacional, Cruïlla ofrecía a los que compraron entradas o abonos la posibilidad de hacer un donativo a la organización.
Y no es el único. Este año ha habido varios ejemplos de festivales con conciencia. PlanetaMadrid, por supuesto, donde Quiero salvar el mundo haciendo marketing siempre participa de alguna manera. Caño On Tarancón, que tuv lugar hace una semana. O la preocupación por la sostenibilidad y la reducción de emisiones de El Día de la Música, SOS 4.8 y FIB.
Ante esto, los hay que se harán la pregunta de siempre: ¿No lo harán por un asunto de venderse mejor?
Ahí va, con permiso, mi respuesta. ¿Y? Si se hacen mejor las cosas porque así se venden mejor es una buena señal, señal de que la sociedad está exigiendo esas cosas mejores. Pero es que, además, conociendo a gente que participa en la organización de esos eventos, sabemos que los hacen así porque les sale de dentro. Incluso que les gustaría aportar más contenidos de este tipo.
¿Vosotros qué opináis? ¿Os gusta que los festivales tomen este camino? ¿Disfrutáis de este tipo de contenidos o vais a los conciertos y punto?
Pedro Bravo