Publicado el

La pandemia de coronavirus irrumpió en la vida de todas las personas del mundo. Sin dudas el 2020 será recordador como el año de la COVID-19 y marcará un hito en la historia contemporánea. Si bien es real que la crisis económica y social sin precedentes que ya está golpeando a la mayoría de los países es una de las consecuencias más negativas que nos deja este momento, es igual de cierto que esta puede ser una oportunidad para una reconstrucción positiva. Las crisis también significan una oportunidad de mejora y así se lo propone el “Plan de Recuperación España Puede”.

La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha cambiado por completo el escenario de la economía y la política mundial. La nueva normalidad ha llegado para quedarse y depende de nosotros hacer de esta una normalidad mejor a la que teníamos antes de llegada de la pandemia. Las economías de todos los países se han visto afectadas y la de España no es la excepción. La disrupción de las cadenas de valor internacionales, las restricciones a la oferta de ciertas actividades y la caída de la demanda por las necesarias medidas de distanciamiento físico y restricción de movilidad han llevado a una recesión sin precedentes en nuestro país.

El impacto económico y social en España ha sido particularmente intenso desde mediados de marzo, debido a los confinamientos y el parón que esto supuso en el consumo. En línea con el resto de Europa, las previsiones apuntan a una evolución en forma de V asimétrica: tras la caída del PIB del 5,2% en el primer trimestre y del 17,8% en el segundo se prevé una progresiva recuperación hasta finales de año que permita alcanzar una alta tasa de crecimiento en 2021.

De cara al próximo año hay mucho trabajo por hacer, pero la buena noticia es que se trata de una gran oportunidad para reconstruir nuestro país y hacerlo de manera sostenible y positiva. Teniendo en cuenta ámbitos que ya debían ser transformados previos a la pandemia y garantizado que nadie se quede atrás. La magnitud del desafío que tenemos por delante ha exigido una respuesta común a escala europea. A corto plazo, proporcionando con la política monetaria y fiscal un marco de financiación adecuado para las respuestas nacionales, protegiendo el buen funcionamiento del mercado común para que todas las empresas puedan operar en las mismas condiciones, y desarrollando protocolos comunes de seguridad y salud. A medio plazo, poniendo en marcha un ambicioso Fondo de Recuperación y Resiliencia a partir de 2021.

El nuevo Fondo de Recuperación Next Generation EU permitirá a España movilizar un volumen de inversión sin precedentes y aquí es a donde se abre un universo de posibilidades para trasformar nuestro país. Nos encontramos frente a un escenario inédito en el cual con capacidad de gestión y políticas públicas sólidas podremos no solo recuperarnos de la crisis, sino también modernizar nuestra economía, para que esa recuperación sea verde, digital, inclusiva y social. Además, se podrán poner en marcha transformaciones y reformas estructurales dirigidas a la transición hacia una sociedad climáticamente neutra, sostenible y respetuosas con los límites impuestos por el medio natural y eficientes en el uso de recursos.

En este contexto es que surge “España Puede”, un Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que traza la hoja de ruta para la modernización de la economía española, la recuperación del crecimiento económico y la creación de empleo, para la reconstrucción económica sólida, inclusiva y resiliente tras la crisis de la COVID, y para responder a los retos de la próxima década.

A lo largo de las próximas semanas iremos analizando diferentes puntos que propone esta importante guía de recuperación. El Plan se estructura en torno a cuatro ejes transversales que vertebrarán la transformación del conjunto de la economía y que el Gobierno ha situado desde el principio en el centro de su estrategia de política económica:

  • La transición ecológica
  • La transformación digital
  • La igualdad de género
  • La cohesión social y territorial.

Estos ejes guiarán todo el proceso de recuperación, inspirando las reformas estructurales y las inversiones que se pongan en marcha. Esta semana, próximos al 25 de noviembre, día en el que la Asamblea de Naciones Unidas designó como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, nos centraremos en los aspectos relativos a la construcción de una sociedad más igualitaria desde la perspectiva de género.

Cabe destacar que el Plan no parte de cero. Muy al contrario, ha sido elaborado con la inspiración de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y usando como insumo el diagnóstico y trabajo previos, sobre las numerosas medidas normativas y económicas aprobadas en estos meses con el fin de mitigar el impacto de la emergencia sanitaria, y representa la continuación natural del Plan de Choque y del Plan de Reactivación ya puestos en marcha por el Gobierno Nacional.

Diversas investigaciones realizadas por organismos nacionales e internacionales demuestran que la crisis del coronavirus, por su triple dimensión sanitaria, social y económica, incide particularmente sobre las mujeres. Son diferentes los motivos que hacen esta crisis golpee con más fuerza a las mujeres y niñas. En primer lugar, las ocupaciones con elevada presencia de empleo femenino están siendo las más afectadas por las medidas de confinamiento y por la propia crisis sanitaria, lo cual las hace más vulnerables ante una situación de contracción de la actividad económica. En segundo lugar, las mujeres continúan realizando la mayor parte del trabajo doméstico y de los cuidados, lo que las posiciona en una situación de mayor riesgo y dificulta la conciliación familiar. Por último, se ha observado una mayor incidencia de la violencia de género en una situación de confinamiento.

Todo ello evidencia la necesidad de incorporar la perspectiva de género como un eje transversal en el diseño de las actuaciones para hacer frente a la crisis económica y social, y así evitar que se profundicen las desigualdades de género ya existentes aún más.

Una España más igualitaria

Como hemos explicado previamente, todos los análisis prevén que la crisis actual tendrá un impacto más negativo sobre las mujeres y las niñas. En efecto, la destrucción de empleo temporal, el aumento del paro, la caída de la actividad en sectores con mayor presencia femenina, los retos derivados del trabajo a distancia y de la disrupción de los sistemas educativos y de los cuidados probablemente resulten en un agrandamiento de la brecha de género.

Esto no solo tiene implicaciones en el plano de la justicia social, sino que también afectará a la sostenibilidad, haciendo imprescindible centrar en inversiones de futuro las necesidades adicionales de emisión de deuda pública derivadas de la respuesta a la pandemia.

Al mismo tiempo, en nuestro país ya existía brecha de género, que persiste a pesar de los avances de las últimas décadas. Si bien se han registrado avances en las últimas décadas, todas las estadísticas confirman una importante diferencia en tasas de actividad, ocupación y desempleo, una amplia brecha salarial y notables desigualdades en cuanto a indicadores más cualitativos como el tiempo destinado a las tareas domésticas y de cuidados.

Otro punto importante a destacar es que las mujeres tienen más dificultades para acceder a financiación para sus proyectos. Sumado a la infrarrepresentación en los puestos directivos y que se ve agravado por la brecha en su participación en los estudios de ciencias, tecnología y matemáticas (STEM), claves para el acceso a los puestos de trabajo del futuro.

Ante este panorama complejo que como hemos dicho no es nuevo, sino que se ha visto agravado por la pandemia, es preciso y urgente:

  • Reducir las barreras estructurales que lastran el acceso de las mujeres al mercado laboral en igualdad de derechos y condiciones
  • Elevar la tasa de empleo femenina
  • Mejorar, fortalecer y reorganizar el sistema de cuidados de larga duración
  • Elevar el potencial educativo y la igualdad de oportunidades y, con ello, la capacidad de crecimiento a largo plazo.

La igualdad de género supone un factor fundamental para el crecimiento sostenible del país. No sólo como un elemento de justicia y equilibrio social sino como un factor de productividad y PIB potencial, para aprovechar al máximo las capacidades del 50% de la población y las sinergias derivadas de la diversidad en la toma de decisiones económicas. Todos los estudios coinciden en el importante crecimiento potencial derivado de la incorporación plena de las mujeres al mercado laboral, estimado en torno a un 15% del PIB en el caso de nuestro país. España debe y puede ser un país más justo e igualitario y este es el momento de hacerlo.

¡Comparte este contenido en redes!

300x300 diario responsable

Advertisement
Este sitio utiliza cookies de terceros para medir y mejorar su experiencia.
Tu decides si las aceptas o rechazas:
Más información sobre Cookies