Hay dos clases de políticos. Max Weber, en su ensayo de 1919, Politik als Beruf (“La política como vocación”), distingue entre los que se sienten llamados por la política por vocación y quienes la practican como una profesión. Los primeros suelen moverse por principios y valores. Tienen el poder de contagiar, pero pueden no contar con suficiente organización para aprovechar su energía o pueden caer en un peligroso fanatismo en la consecución de sus metas. Los segundos probablemente destaquen por alcanzar sus objetivos, pero quizá con escaso carisma o con excesivo cinismo.