Cualquier daño que pueda ocasionarse al suelo, al agua, a la costa y a los espacios protegidos es considerado daño medioambiental. Por ello es importante gestionar bien los recursos como el agua, la energía y los residuos, así como el uso y almacenamiento de productos, entre otros. Se trata de actuaciones sencillas y de bajo coste que permiten mejorar la competitividad de las empresas y, a la vez, respetar el medio ambiente. Incluso haciendo todo este tipo de procesos con sumo cuidado puede causarse un daño