Ayer, 30 de junio, fue un día histórico. El Congreso de los Diputados aprobó en el Pleno la creación de una nueva figura jurídica, “las Sociedades de Beneficio e Interés Común (SBIC)”, que reconocerá las Empresas Con Propósito en nuestro país. Este marco jurídico, que se incluye a través de una enmienda transaccional dentro de la Ley Crea y Crece aprobada ayer también, acoge a todas aquellas compañías que generan un beneficio social y ambiental, además de un retorno económico. Con este importante paso, nuestro país se sitúa a la vanguardia europea en la promoción de la economía de impacto. Cabe destacar que este logro es el resultado de la iniciativa “Empresas Con Propósito”, coordinada e impulsada por B Lab Spain.
Al aproximarnos a muchos relatos que promueven las tendencias de la sostenibilidad empresarial se pueden hallar un gran número de relatos cuya base conceptual está más en el terreno de la idealización que en el de las evidencias consistentes. No caben dudas, que cualquier aspiración a un mundo mejor requiere de sueños y visiones que nos inspiren a superarnos, pero debemos también poner en consideración el riesgo siempre real de que dicha búsqueda se esté desarrollando a partir de supuestos irreales. Y es muy probable que en este punto sea donde uno podría discernir entre la sostenibilidad periférica y el greenwashing, y la sostenibilidad como una verdadera filosofía de hacer negocios.
La Generalitat Valenciana está fomentando el emprendimiento de triple impacto a través de programas como LLAMP 3I. Mininot, Comedida, Smart Fan, EmpleGreen y FlyNSPIRE son las cinco empresas que están siendo mentorizadas por el equipo CEEI València
El mundo del siglo XXI está condicionado por la desigualdad y el calentamiento global y esos lastres obligan de manera imperiosa a buscar soluciones alternativas. La pandemia de COVID-19, por otro lado, ha dejado al descubierto cuando no acentuado las tremendas carencias de nuestro sistema y nuestras instituciones. Si bien los mercados son un potente factor del cambio y la innovación, en último término también han contribuido a crear unos niveles de desigualdad que son peligrosos, insostenibles e inmorales. Ante este clima de división y desconfianza hay un creciente consenso de que es necesario replantear y renovar el capitalismo y de que la economía de impacto es una posibilidad coherente, potente y actualizada para hacerlo.
La empresa social ha dejado de ser solo una empresa que vende agua mineral y ha cambiado su lema. Con "Be the change" llama a la acción a los ciudadanos para que, con sus acciones y sus decisiones, sean protagonistas del cambio hacia un mundo más humano y sostenible.
Todas nuestras actividades, acciones y organizaciones crean y destruyen valor: valor económico, valor social y valor medioambiental. Hace años esto era visto como una ecuación de suma cero: para generar valor económico hay que destruir valor social y/o económico y viceversa: generar impactos sociales y ambientales positivos no era rentable. Sin embargo, de un tiempo a esta parte se ha visto que la ecuación se va convirtiendo poco a poco en una suma no nula, pues todos los valores pueden sumar de manera positiva y no necesariamente contrarrestarse unos a otros.
Hace casi 20 años en el Amazonas formaba parte de un programa internacional de jóvenes embajadores de la paz y participaba en el Plan Binacional de desarrollo entre Perú y Ecuador. Sobrecogido por aquella experiencia que marcó mi vida, conocí con tan sólo 15 años la dureza de la guerra, la pobreza, la humildad y la generosidad de la gente que menos tiene.
El evento, del que Diario Responsable es Media Partner, reduce al máximo el uso del papel y trabaja con proveedores con foco en el medio ambiente y la inserción laboral de colectivos vulnerables.
Una gran cisterna de agua señala el lugar del sistema de agua en el municipio de Tacuba, en El Salvador. Allí están Miriam Delmi y Carmen Rojas. Dos mujeres, de unos 50 años, campesinas, dos de las #DesTieRRRadas de la ONG Alianza por la Solidaridad. “El agua es nuestra vida y nos la quieren quitar. Pero nos hemos armado de valor para defender lo que es nuestro derecho humano al agua. No somos cobardes, sólo pobres. Ayúdennos como mujeres porque no nos dejaremos quitar la nuestro y necesitamos apoyo”. Con esta frase Miriam da la bienvenida a su cantón, en un espacio rodeado de maizales secos y algunas matas de café.
Lo vemos, lo sentimos: hay ganas de cambio. Hay necesidad de propósito, de trabajar para algo más que para ganar dinero. Muchos profesionales no saben muy bien cómo se aplica la innovación de impacto, pero saben que hay que hacerlo. Y, lo más importante: quieren hacerlo.
Para Sonia Sánchez vivir y pasear por un bosque formaba parte de una vida que ya es pasado. Sonia vive en El Salvador, un país que tiene el 70% de tu territorio prácticamente sin árboles. Un pasado colonial de cultivos de añil y café lo dejó bajo mínimos. Sin embargo, hasta hace pocos años tenía suerte: en el municipio de Santo Tomás, donde habita con sus hijas, aún había un lugar frondoso que, además, favorecía la recarga hídrica de su cantón, El Porvenir.
No existían. El pueblo xinca había desparecido de la faz de la Tierra para las autoridades de Guatemala, pese a que los propios xinca les decían: “Qué estamos aquí”. Tanto es así que tuvieron que recurrir a unos estudiosos catedráticos de la ciudad para que confirmaran que si, que la cultura xinca seguía viva y, por tanto, mal que pesara a la gran minera canadiense Tahoe Resources, había que hacerles una consulta sobre su aceptación en los alrededores de San Rafael de las Flores de la que es la mayor mina de plata de América, o de las más grandes.
Un ramo de flores frescas, entre los arbustos, al borde de un serpenteante camino de tierra, recuerda la muerte de Dora Alicia Recinos, embarazada de ocho meses. Dora volvía de lavar en el río, hace ahora 10 años, cuando fue acribillada por unos sicarios. Nadie pagó con la cárcel por ese delito. Siguiendo la abrupta ruta, un poco más adelante, se vislumbran algunas instalaciones de El Dorado, la mina de oro de la empresa Pacific Rim, ahora propiedad mayoritaria de la australiana Oceana Gold que se relaciona con este crimen.
Esta defensora ambiental ha logrado una condena contra una empresa que no hizo una consulta previa a comunidades indígenas. Con esta crónica inicio una serie en Diario Responsable sobre las mujeres 'DesTieRRRadas' que forman parte de una campaña de la ONG Alianza por la Solidaridad en defensa de activistas ambientales y para divulgar el impacto que tiene en sus vidas oponerse a inversiones que vulneran derechos sociales y ambientales.
Desde hace 12 años, Acumen ha formado ya a más de 500 líderes alrededor del mundo. El programa Acumen Fellows abre el plazo de inscripción, desde hoy hasta el 20 de octubre, para aquellas personas interesadas en recibir dicha formación, que será financiada totalmente por la Fundación Open Value.
El próximo 27 de junio, la Asociación para la Medición y Gestión del Impacto Social ESIMPACT, Diario Responsable y El Corte Inglés organizan esta jornada en Madrid. Se centrará en concienciar sobre la relevancia de la medición y gestión del impacto generado por la actividad de cualquier organización, no sólo a nivel económico sino también social, medioambiental y cultural. Su propósito es facilitar información y experiencias concretas que ilustren sobre la trascendencia de la medición del impacto para la viabilidad y sostenibilidad de cualquier proyecto y entidad.
Sólo en 2018, la entidad financiera destinó más de 104 millones de euros a programas sociales, la mayor parte de ellos fomentó el apoyo al conocimiento, la educación y la cultura, que recibió 75,5 millones de euros que impactaron en 3,8 millones de beneficiarios.