La verdad, para muchos, se fundamenta en la percepción individual que movilizada en las redes sociales les hace creer que es una “verdad colectiva”. Esta realidad desafiante y autista es, en gran medida, obra de los algoritmos, una herramienta tecnológica de inteligencia artificial de las redes sociales que refuerza tendencias de opinión al buscar, favorecer y recordar solo aquella información que confirma nuestras propias creencias, y que genera la ilusión de que “todo el mundo” comparte nuestras ideas porque las informaciones que nos llegan nos dan la razón.