En su firme apuesta por la economía circular y con esta, la protección del medioambiente, la entidad financiera les da una segunda vida a sus tarjetas. Así, las tarjetas con chip, consideradas en cierto sentido como pequeños dispositivos TIC, se convierten en materia prima para la fabricación de nuevas tarjetas si se llevan a la planta de tratamiento para reciclarlas. Hay más de 22.000 millones circulando en el mundo, contando solo las de crédito y débito.