El cambio climático supone una amenaza ya incontestable. Altera la naturaleza, pero sus efectos perniciosos se extienden transversalmente sobre todos los órdenes de la vida social. No es solo una amenaza de futuro, sino que de ella depende que tengamos futuro. Pero también es una oportunidad, en lo que concierne a efectuar un giro en nuestro crecimiento y organización individual y colectiva que sea más armonioso con nuestro entorno, y por lo tanto, más sostenible.
La continuidad de la que se ha servido el mundo para evolucionar en estos últimos siglos, tiene efectos perversos. No es que sea deseable un cambio, es que es inevitable. La acumulación de evidencias es abrumadora e incontestable. Nuestro modelo de desarrollo basado en el consumo de combustibles fósiles, petróleo, gas natural y carbón, la generación de gases artificiales provenientes de procesos industriales y la devastadora
e indiscriminada tala de árboles, han incrementado extraordinariamente la concentración de gases de efecto invernadero, CO2, oxido nitroso o metano, acumulando en poco más de un siglo una tercera parte más de emisiones que en toda la historia de la humanidad.
Como atestigua nuestra propia experiencia, los fenómenos meteorológicos muestran un comportamiento cada vez más irregular y extremado, dando origen a continuos desastres naturales de intensos efectos sociales. Desastres que no solo traen hambre, pobreza y desesperación a extensas poblaciones del mundo, sino que, por ello mismo, están en el origen de los intensos movimientos migratorios que se manifiestan en las últimas dos décadas, especialmente desde el continente africano.
El cambio climático es, pues, un hecho incuestionable. Un hecho corroborado por el mundo cientÃÂfico, producto sustancialmente de la acción humana. Asàlo ha definido Naciones Unidas, ya en 1992, ÂÂ"el cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundialÂÂ".
Asàlo ha vuelto a constatar el año pasado en Valencia el Cuarto Informe del Panel Intergubernamental de Expertos en el Cambio Climático, grupo creado por Naciones Unidas hace veinte años. Asàse ha reafirmado en la Cumbre celebrada en Bali por la Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en diciembre del pasado año.
En el primer caso se ha vuelto a subrayar no solo el carácter inequÃÂvoco del calentamiento del sistema climático, sino el hecho mismo de que, debido a la acumulación de las emisiones del pasado, los impactos resultantes de dicho calentamiento son ya inevitables, y durarán un muy largo periodo, quizás siglos, debido a las escalas temporales asociadas a los procesos climáticos. En consecuencia, serán necesarias medidas de adaptación para poder asumirlos.
Es más, de continuar las emisiones de gases de efecto invernadero a los mismos niveles actuales, es decir, aún frenando por completo la espiral de su crecimiento, se causará un calentamiento adicional y aún más vertiginoso que provocará muchos otros cambios en el clima global durante las próximas décadas. Cambios de mucha mayor magnitud y efectos más profundos que los que estamos viviendo y hemos vivido en las décadas precedentes.
En el segundo caso, es decir en la Cumbre de Bali, ha habido un consenso general sobre la necesidad de llegar a compromisos internacionales que no solamente prosigan, sino que intensifiquen la senda de acción iniciada en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente celebrada en RÃÂo de Janeiro en 1992, donde se aprobó la Convención Marco sobre el Cambio Climático, origen de la subsiguiente Cumbre de
Kyoto, en 1997.
El Protocolo aprobado entonces, destinado a limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, tiene un horizonte temporal de caducidad en 2012, por lo que empieza a resultar ya urgente acordar nuevos objetivos, que necesariamente habrán de ser más ambiciosos.
Pero no todos están dispuestos a enfrentarse a los nuevos retos con la misma seriedad. La Administración Republicana de los EEUU se ha preocupado más por la minimización de costes u obtención de beneficios que por los cambios que se proclamaba en Kyoto, con los que han sido absolutamente insolidarios, pero al parecer, ya se está abriendo paso una mentalidad distinta en el paÃÂs que es el mayor emisor del mundo. En China, decisivo para el futuro, ya se ha presentado un Programa de Cambio Climático.
La reconversión va a ser una labor dura. Sin embargo, no hacerlo, además de no ser una hipótesis viable a medio plazo, comporta esfuerzos y costes aún muy superiores. Nacionales y mundiales. Costes que podrÃÂan llegar a suponer una pérdida entre 5 y 20 veces superior en términos de PIB mundial a lo que exigirÃÂa actuar decididamente con acciones tempranas. Asàlo certifican la Comisión Europea, el Informe Stern para el Reino Unido, los informes referidos del Panel de Naciones Unidas y la práctica unanimidad de los expertos.
De forma inmediata se ha de lograr que la temperatura mundial no supere los 2ºC, que en el 2020 se hayan reducido las emisiones de carbono en un 20% con relación al 1990, y que se continúe en esa dinámica si los paÃÂses industrializados la siguen. Los paÃÂses con menos recursos serán los que sufran con mayor intensidad la transformación, y España tiene un papel importante para solventar estos problemas.
Estamos apoyando ya acciones de ese tipo. Hemos contribuido a crear la Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático, con el objeto de identificar cuales son las prioridades y de construir consensos para abordarlas.
Dentro de dicha Red se encuadra el Programa Iberoamericano de Adaptación al Cambio Climático y la cooperación con la Asociación de Reguladores Iberoamericanos de EnergÃÂa.
En nuestro ámbito nacional, el informe ÂÂ"El cambio climático en España. Estado de situación 2007ÂÂ", elaborado por el panel de expertos españoles hace apenas unos meses, identifica para España patrones de comportamiento similares a los del resto de paÃÂses industrializados, en el que la quema de combustibles fósiles representa el 80% de la producción y consumo de energÃÂa.
Además, pone el acento en algunos aspectos que muestran una mayor vulnerabilidad especÃÂfica, relativos al riesgo de disminución de nuestros ya escasos recursos hÃÂdricos, y de una mayor dificultad de planificación, al verse sometidos previsiblemente a patrones de precipitación más torrenciales; el daño potencialmente muy elevado a nuestra rica pero precaria biodiversidad; o la amenaza real de desertificación creciente.
Para conseguir un cambio efectivo, hay que avanzar en los terrenos del suministro energético, transporte, vivienda, industria, agricultura, silvicultura, bosques o residuos.
Cuando el PSOE llegó al Gobierno, no se habÃÂa hecho nada con respecto al cumplimiento de los acuerdos de Kyoto. Hemos progresado, aprobando en 2004 el Primer Plan de Asignaciones; en 2005, el Plan de Acción de la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética; y, en ese mismo año, el Plan Estratégico de Infraestructuras del Transporte, PEIT, que opta preferentemente por el modo que genera menos emisiones de gases, el transporte ferroviario; y, también en 2005, un nuevo Plan de EnergÃÂas Renovables; en 2006, el Código Técnico de la Edificación.
Con todo ello, conseguimos en 2006 desacoplar el incremento de las emisiones del crecimiento de la economÃÂa, reduciendo por primera vez aquéllas en 4 puntos, con una economÃÂa que crecÃÂa cerca del 4%.
Tenemos horizonte marcado por delante. Un horizonte que guiará toda esta Legislatura. En 2007 convertimos al Cambio Climático y la EnergÃÂa en una acción estratégica prioritaria del Plan Nacional de I+D+i para el periodo 2008-2011. Iniciamos procesos de oxicombustión y de captura y almacenamiento de CO2. Para el periodo 2008-2012, tenemos en vigor el segundo Plan Nacional de Asignaciones, y el Plan de Acción de la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética. Hemos regulado normativamente la participación de España en los Mecanismos de Flexibilidad del Protocolo de Kyoto, las Instalaciones Térmicas de Edificios y la EnergÃÂa Eólica Marina.
Además se incentivarán a las empresas que se comprometan a limitar las emisiones y presenten un plan anual de resultado, y se aprovechará la presidencia española en la Unión Europea para preparar un plan post-Kyoto.
El necesario cambio en el modelo energético
Particularmente el petróleo ha sido el motor de crecimiento de los paÃÂses desarrollados, con la fluctuación de los precios en las últimas décadas. Estas fluctuaciones, unidas a que es un producto perecedero y en especial a la imposibilidad de la utilización de combustibles fósiles si se quiere que el deterioro medioambiental que provocan sea reversible, indican que el desarrollo a base de carbono toca a su fin.
Según la Agencia Internacional de la EnergÃÂa, el aumento de las próximas décadas en energÃÂa es muy importante, sobre todo por la puesta en escena de paÃÂses como China y la India, que contribuirán con las ¾ partes del crecimiento.
Pero aún con una polÃÂtica medioambiental común se llegarÃÂa a un incremento de hasta los 3ºC, lo que es completamente inviable. Por lo tanto se necesita dar un giro al modelo de provisión energética y no solamente a los parámetros actuales. Y aunque no es previsible un cambio absoluto del consumo del carbono, sàque se debe de asociar con otras posibilidades sustitutivas. Y su funcionamiento y conservación son estudios que se están realizando en los paÃÂses europeos.
La tecnologÃÂa va avanzando y perfeccionándose, y se apuesta por el hidrógeno como alternativa dado su capacidad de almacenamiento, facilidad de transporte y estabilidad del suministro.
España es uno de los paÃÂses en muy buena situación de partida para asumir cambios como el referido. Somos una potencia real en el campo de las energÃÂas renovables. Tenemos empresas potentes, establecidas en diversas partes del mundo, y tecnologÃÂa disponible de primer nivel. Podemos progresar mucho más en fuentes como la solar térmica, mareomotriz, eólica marina, fotovoltaica y biomasa.
Podemos ser primeros actores entre quienes lideren lo que bien puede considerarse una tercera revolución industrial.
En todo caso, no podemos perder de vista cuales son las claves finales de respuesta a nuestras necesidades energéticas: suficiencia en la provisión, variedad de fuentes, seguridad en la generación y en el transporte, garantÃÂa de conexión.