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Una de las características de la RSC que más puede aportar al desarrollo sostenible es lo que podemos llamar trisectoridad, es decir, como desde cada sector es posible aportar beneficios a su entorno y, a su vez, obtener un retorno. Podemos pues entender por Territorio Socialmente Responsable (TSR) el desarrollo integral de políticas de fomento de la sostenibilidad en ámbitos territoriales concretos, con estrategias colaborativas y de beneficio mutuo de todos los agentes (sector público, empresarial y sector no lucrativo), en pro de la satisfacción de las necesidades concretas del territorio en lo económico, social y ambiental.
Pero TSR no equivale a políticas públicas, ni políticas públicas a TSR, en base precisamente a tres elementos de dicha definición: un TSR requiere estrategias colaborativas, permite obtener beneficios mutuos e implica a la totalidad de los agentes de un territorio concreto, ya sea este local, comarcal o provincial; es difícil poder desarrollar un TSR a un nivel superior al provincial (en el caso español), pues se despersonaliza el proceso y entran en conflicto necesidades demasiado dispares y poco concretas como para ser compartidas.

¿Pero cómo se desarrolla y gestiona un TSR?

En primer lugar es necesario determinar, como en la RSC, a qué necesidades debemos alinear las actuaciones posteriores, necesidades que pueden ser de tipo económico, ambiental, de corresponsabilidad entre agentes, de calidad del empleo, de cohesión social o de escrutinio público y legitimidad social. Una vez determinadas las necesidades deben establecerse los ‘activos’ del territorio, es decir, qué agentes o individuos son capaces de liderar el cambio (grandes empresas, agentes públicos, universidades, etc.), no sólo a través de la simple ‘iniciativa’ (que normalmente corresponde a las administraciones públicas) sino a través de la prescripción, capacidad de convocatoria y el ejemplo. Esta fase debe permitirnos determinar el ‘imán’ o imanes del territorio (agente que genera atracción) y crear las ‘infraestructuras sociales’ necesarias para permitir una actuación corresponsable.

El alineamiento de necesidades y ‘activos’ del territorio debe permitir fijar los objetivos que perseguir a través de las actuaciones. Actuar, en el marco de un TSR, implica por un lado actuar desde el sector público, con políticas para ‘explicar’ (sensibilización), para facilitar’ (herramientas de gestión) y para ‘aplicar’ (incentivos o cláusulas sociales en la compra pública). Por otro lado implica actuar desde cada agente con su propia responsabilidad buscando acciones en que implique a los otros agentes del territorio, es una llamada a poner al servicio del territorio la RSC propia. En tercer y último lugar, actuar significa también generar tracción a través de los medios de comunicación, promover los grupos de presión y fomentar el consumo socialmente responsable de la ciudadanía del territorio.

El resultado son acciones tan propias de un TSR como las veedurías ciudadanas para la transparencia, las cláusulas sociales y la compra responsable, las ferias locales de consumo, los patrocinios privados de obras o iniciativas públicas ahora que tenemos menos fondos europeos, o la generación de nuevas líneas de negocio para el tercer sector. Todo un reto, pero la evolución de la RSC nos está llevando a los TSR.
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