Como seguramente recordarás, abordamos el modelo de los diez elementos clave de los sistemas maduros basado en la clasificación de Janine Benyus, ampliado y adecuado al mundo de la gestión corporativa. Siguiendo sus consejos, no miramos a la naturaleza para extraer sus frutos, manipularla, “mejorarla” o transformarla de mil modos distintos, sino para aprender a comportarnos como ella, porque somos parte de la propia naturaleza.
El punto 10 se resume así: compra localmente.
El pez loro azul se alimenta de las algas que encuentra en los arrecifes de coral, por lo que no necesita desplazarse grandes distancias para tener garantizado su alimento [1].
Además, y gracias a sus dientes faríngeos (en la garganta), puede roer y triturar coral y rocas, transformándolos en arena y manteniendo así el equilibrio del ecosistema [2].
De hecho, se ha descubierto que la “compra local” del alimento que hacen los peces favorece a todo el ecosistema, porque el control que ejercen los peces herbívoros sobre las algas favorece el crecimiento de los corales [3].
Así pues, la naturaleza está en sintonía con el ámbito local y es sensible al entorno.
Otros ejemplos pueden ser los animales que acompasan su vida al ritmo de las mareas: mejillones y percebes se cierran herméticamente en marea baja guardando un poco de agua en el interior; nutrias marinas que se envuelven en algas para que no las desplace la marea… y en tierra firme, el chamizo produce semillas inactivas que necesitan del fuego para su germinación, amoldándose así a las condiciones adversas cíclicas de su entorno.
Estos son solo unos pocos ejemplos de organismos que utilizan los patrones cíclicos predecibles como una oportunidad, pudiendo ocupar así un nicho que otros seres no pueden aprovechar.
La capacidad de respuesta a estos cambios, usándolos como oportunidades, permite que los organismos y ecosistemas prosperen.
En las organizaciones también se puede responder a los cambios sociales y ambientales usándolos como oportunidades. En este sentido, Chelariu et al. [4] preconizaban la improvisación "profesional" atendiendo a la importancia de los flujos de información y el tándem acción - aprendizaje como estrategia para que la organización responda a un entorno cambiante, afirmando que novedad, velocidad y coherencia son dimensiones de la improvisación y teniendo siempre en cuenta que los factores ambientales influyen en el grado de efectividad de la improvisación.
Las organizaciones atentas a los cambios sociales y ambientales pueden ocupar un nicho aún vacío que es una oportunidad de desarrollo sostenible: por ejemplo, organizaciones que ofrecen transporte compartido (BlaBlaCar), hogar compartido (Cohousing), ecoaldeas (Arterra Bizimodu), venta de artículos para organizaciones (SoloStocks), ropa de segunda mano (Humana), detergente en tiras (Natulim)…
En este sentido, cada vez tiene mayor impacto económico y social el modelo de social entrepreneurship (SE): procesos diseñados para explotar la innovación que aborda explícitamente problemas sociales complejos, tal como explican Perrini et al. [5].
Del mismo modo, y con la finalidad de adaptarse a los gustos de los clientes potenciales en diferentes mercados, hay empresas vitivinícolas que utilizan herramientas como el JAR (Just About Right). como abordan Fernández et al. [6]
En definitiva, en esta sociedad convulsa que nos ha tocado vivir podemos resignarnos o intentar hacer algo para mejorar. En nuestro caso, exhortamos a las organizaciones a que apliquen este principio que la naturaleza descubrió, probó y consolidó durante años y años: comprar localmente, o aprovechar todas las oportunidades que ofrezca el entorno próximo, es una forma plausible de asegurar la supervivencia de la organización y cooperar en la preservación del planeta.
Referencias:
[1] Cabrera Guerra, D., et al. (2018): Variación espacio - temporal de los peces herbívoros (Acanthuridae y Scaridae) en dos localidades arrecifales de Cuba con diferentes niveles de conservación. Rev. Invest. Mar., 38(1), 67-82.
[2] Duran, A. y Claro., R. (2009). Actividad alimentaria de los peces herbívoros y su impacto en arrecifes con diferente nivel de degradación antrópica. Rev. Biol. Trop, 57 (3), 687-697.
[3] Cabrera-Guerra, D., et al. (2021). Relación de la densidad e intensidad de pastoreo de los peces herbívoros (Scaridae y Acanthuridae) con las macroalgas en el Occidente de Cuba. Novitates Caribaea, (18), 63–77. https://doi.org/10.33800/nc.vi18.266
[4] Chelariu, C., Johnston, W. J., & Young, L. (2002). Learning to improvise, improvising to learn: A process of responding to complex environments. Journal of Business Research, 55(2), 141–147. https://doi.org/10.1016/S0148-2963(00)00149-1
[5] Perrini, F., Vurro, C., & Costanzo, L. A. (2010). A process-based view of social entrepreneurship: From opportunity identification to scaling-up social change in the case of San Patrignano. Entrepreneurship & Regional Development, 22(6), 515–534. https://doi.org/10.1080/08985626.2010.488402
[6] Fernández, I., Fuentes, A., & García, E. (2018). Ideal o Just-About-Right (JAR) en análisis sensorial de alimentos. Universitat Poltècnica de Valencia, 1–10.
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Si quieres echar un vistazo a los artículos anteriores de esta serie, aquí los tienes:
Más allá de la Sostenibilidad: Biomimética Organizacional (I)
Más allá de la Sostenibilidad: Biomimética Organizacional (II)
Más allá de la Sostenibilidad: Biomimética Organizacional (III)
Más allá de la Sostenibilidad: Biomimética Organizacional (IV)
Más allá de la Sostenibilidad: Biomimética Organizacional (V)
Más allá de la Sostenibilidad: Biomimética Organizacional (VI)
Más allá de la Sostenibilidad: Biomimética Organizacional (VII)
Más allá de la Sostenibilidad: Biomimética Organizacional (VIII)
Más allá de la Sostenibilidad: Biomimética Organizacional (IX)
Más allá de la Sostenibilidad: Biomimética Organizacional (X)
Más allá de la Sostenibilidad: Biomimética Organizacional (XI)