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Cuando se habla de igualdad en el entorno profesional hay algunas frases que estés donde estés se repiten continuamente: “sólo es cuestión de tiempo”, “ya existe igualdad en las empresas”,  y mi favorita “no quiero que me regalen nada por ser mujer”. RE-GA-LEN, como si los años de formación y de trabajo quedasen anulados por una cuota de manera inmediata y la beneficiaria pasase de repente a convertirse en una especie de merchandaising de la igualdad que se puede mostrar a las visitas. Aquí está nuestro director financiero, aquí nuestro director de marketing y aquí la de la cuota.

Bromas aparte, creo que ninguna profesional quiere que le regalen nada por ser mujer, ¡faltaría más! Una cuota no es un regalo, por mucho que algunos (plural representando a los dos géneros) se empeñen.  Una cuota es una forma de romper la inercia de las organizaciones y de acelerar las tendencias dando oportunidades a mujeres preparadas para desempeñar un cargo. Aunque efectivamente llegar a la igualdad real es cuestión de tiempo, sin cuotas u objetivos cuantitativos ambiciosos hablamos de 54,4 años para conseguir cerrar le brecha retributiva en Europa Occidental, de 140 años para cerrarla en Oriente Medio y el Norte de África (la región donde existe una mayor brecha) y de 163,4 años para hacerlo en Asia Oriental y Pacífico.  Hablamos también de que desde 2015 hasta 2019 hemos pasado de tener un 17% de mujeres en posiciones de liderazgo a tener un 21% (parece alentador pero no es suficiente) y de un 32% a un 34% en posiciones de mandos (ni alentador, ni suficiente).

Así que la cuota o los objetivos en materia de igualdad no son un regalo, son un mecanismo temporal que permite acelerar lo que debería ser considerado una necesidad por parte de las empresas. Sí, una necesidad. Y no sólo por un tema de justicia social más qué evidente (si estamos igual de preparadas y trabajamos lo mismo, deberíamos cobrar lo mismo y tener acceso a las mismas oportunidades) sino porque las empresas cuanto más diversas son más rentables[3].

En un mundo VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) las empresas necesitan más que nunca ser flexibles, innovadoras y creativas para entender y mitigar correctamente los riesgos asociados a su negocio. Los Comités de Dirección construidos sobre la diversidad, de género y en todo lo amplio del término, conforman empresas mejor preparada para hacer frente a los desafíos que tenemos por delante. La aproximación a un problema y la toma de decisiones se ve enriquecida al tener distintos puntos de vista y experiencias en el máximo órgano ejecutivo.

Las cuotas y objetivos de representación femenina en los Comités de Dirección son aún más necesarias que en los Consejos de Administración. Por lo anterior y porque es el Comité de Dirección el que puede hacer que la igualdad sea real y efectiva en toda la organización, promoviéndola en sus equipos, en su toma de decisiones, en las promociones y contrataciones que hagan. Los Consejos de Administración, salvo excepciones, no son visibles en el día a día de la empresa, pero los Comités de Dirección sí, y tienen, por tanto, una labor ejemplificante importantísima a la hora de construir igualdad en las empresas.

Por tanto, y acabando ya. La cuota no es un regalo. Hoy existen mujeres profesionales sobradamente preparadas para estar en cualquier posición de dirección (y en cualquier puesto). La cuota permite romper el ciclo “natural” de las empresas y acelerar lo que de otro modo nos llevaría años conseguir: la igualdad real y efectiva en el entorno empresarial. Además, ¿Cuándo a quién se promociona es un hombre, alguien asume que es un regalo?

 

[1] Datos extraídos del informe Global Gender Gap 2020 elaborado por el World Economic Forum.

[2] Datos extraídos del estudio Women in the Workplace 2019 elaborado por McKinsey & Company.

[3] Informe Women in business 2019 publicado por Gran Thorton.

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