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Según voy conociendo el mundo de la innovación social y hablando con unos (actores de la economía social) y otros (actores de la economía de mercado), tengo la sensación de que son dos mundos que se necesitan mutuamente pero que no terminan por entenderse

Quizá sea por la propia naturaleza de cada uno o, sencillamente, por la falta de diálogo, pero lo cierto es que son mundos que recelan el uno del otro. Para inversores y empresarios, los que trabajan en la economía social, están fuera de la realidad y no sabrían vivir sin ayudas públicas. Y a la inversa: para el mundo de lo social, la empresa sólo entiende de beneficios, caiga quien caiga y cueste lo que cueste.

Sin embargo, escuchando a unos y otros, también me he dado cuenta que lo que separa los dos mundo es un conjunto de falsos perjuicios que, en mi opinión, son estos (cuatro de cada lado).

CUATRO PERJUICIOS DE LA ECONOMIA DE MERCADO HACIA LA ECONOMIA SOCIAL

1. El tamaño del mercado de impacto social es pequeño y con bajo poder adquisitivo. Sin embargo, en un informe titulado “Los siguientes 4.000 millones” (publicación conjunta del World Resources Institute y de International Finance Corporation)  se afirma que el 77%,  de la población mundial (5.400 millones de personas) vive con menos de 20.000 dólares ajustados al poder de compra a nivel local. De ellos, 4.000 millones tienen una renta menor a 3.000, y representan un poder de compra 5 billones americanos a nivel global. El resto, 1.400 millones, tienen rentas entre 3 y 20 mil dólares ajustados, son predominantemente urbanos y tiene un poder de compra de 12,5 billones.

2. Es difícil identificar nichos de mercado que capturar.  Sin embargo, en el mismo informe, se identifica el tamaño de mercado de algunos sectores necesarios para los 4.000 millones. Algunos sectores son relativamente pequeños: agua ($20 mil millones US). Otros, son medianos: salud ($158 mil millones), transporte ($179 mil millones), vivienda ($332 mil millones) y energía ($433 mil millones). Pero hay otros verdaderamente enormes, como el de alimentos ($2,895 mil millones). El sector TIC crece rápidamente y quizá hoy llegue a los $90 mil millones.

3. La rentabilidad de este mercado es baja. Es cierto que los márgenes con los que se trabaja en los segmentos de mayor poder adquisitivo son más elevados; pero también es cierto que los márgenes procedentes de los segmentos más bajos pueden compensarse con una mayor repetición en la venta. Según datos de una cadena de distribución de América Latina, una tienda situada en un barrio pobre es capaz de recaudar lo mismo que una en un barrio rico. La diferencia está el packaging de los productos (más pequeños en los barrios más pobres) y en los márgenes unitarios, (más altos en los barrios más ricos), pero con menor número de clientes.

4. Es difícil hacer negocio en ese segmento. Es cierto que para poder acceder al mercado de los 4.000 millones hay que cambiar toda la estrategia. Pero eso no significa que no pueda hacerse. (1) Cambia la estrategia de producto: productos únicos, servicios únicos o tecnologías únicas apropiadas a las necesidades de este segmento. (2) Cambia la estrategia de distribución: se llega al cliente con franquicias, con representantes que crean ecosistemas locales de vendedores o proveedores, con tecnologías de bajo costo, o tratando a la comunidad como cliente. (3) Cambia la estrategia de socios: es necesario crear asociaciones poco convencionales con gobiernos, ONG’s u otros actores que aporten habilidades o capacidades crítica. Y (4) cambia la estrategia de financiación: se desarrollan modelos de uso único u otros paquetes que reducen las barreras de compra, modelos de negocio prepago, o sistemas de micropagos.

CUATRO PERJUICIOS DE LA ECONOMIA SOCIAL HACIA LA ECONOMIA DE MERCADO

1. “La empresa privada sólo busca rentabilidad económica no un impacto positivo en la sociedad”. Existe un debate conceptual en las organizaciones del tercer sector de que ganar dinero con los más pobres es inmoral. Sin embargo, los enfoques tradicionales (cooperación al desarrollo y fondos asistencialistas) cada vez son menos sostenibles. Por eso la entrada de nuevos actores provenientes de la economía formal y de mercado, ofrece nuevas posibilidades: tiene el potencial de aumentar la competencia, bajar los precios y aumentar las opciones de los consumidores de menos recursos a través de productos y servicios que anteriormente no estaban disponibles o eran incosteables.

2. “Las organizaciones sociales no buscamos el ánimo de lucro, y nuestro criterio de retorno debe ser social, no económico”. Para muchas organizaciones sociales el ánimo de lucro es “anatema”. Sin embargo, no caen en la cuenta de que el problema no es el lucro: el problema es que sin fuentes sostenibles de ingresos la organización se ve abocada al cierre, lo que generar un daño superior. Y todavía más: el problema es qué hacer con el lucro. Por eso, cada vez hay más organizaciones de la economía social que están entrando en la economía de mercado para buscar ingresos que les permitan seguir con sus fines sociales.

3. “Como soy social, tengo que tener una estructura de gestión de tipo social”. La estructura de gobierno de ONG’s y de cooperativas, a menudo dificultan el proceso de toma de decisiones y su ejecución, lo que suele generar desconfianza entre posibles inversores o “business angels” que prefieren invertir en aquellas empresas con fines sociales que, al menos, aseguren unos rendimientos razonables al capital, invertido. Por eso, cada vez hay más iniciativas, como el Social Stock Exchange Inglés (al que me referí en un post anterior) un índice que quiere ser “el lugar que conecta los negocios con impacto social con los inversores que buscan generar un cambio social o ambiental junto con un retorno financiero de su inversión”.

4. ¿Cómo es posible aplicar la economía de mercado a los más pobres de entre los pobres? Este es un argumento que he oído muchas veces y que, además, se refuerza con este otro: ¿pero cómo es posible que, con el dinero que tienes o que gana tu empresa, no ayudes a causas sociales? Sin embargo esta visión es limitada, no sólo porque en tiempos de crisis las ayudas directas (bien en patrocinios corporativos, bien en fondos de desarrollo) van desapareciendo, sino también porque es posible crear soluciones para los más desfavorecidos que NO paguen ellos directamente sino que se financien por un amplio conjunto de actores, públicos o privados, y se vinculen a ejecuciones de servicios públicos (por ejemplo, servicios de salud). Un ejemplo de este modelo es DOAFUND,  es una herramienta para ayudar a familias con problemas económicos en sus pagos hipotecarios y poder evitar así los problemas de desahucios.

EN CONCLUSION

Quizá estemos sólo al principio. Pero tengo la sensación de que empieza a nacer una economía de mercado en torno a la economía social. Como he comentado, después de conocer el “Social Stock Exchange” de UK creo que se han empezado a romper estos perjuicios históricos. Y eso es una buena noticia. Más vale que cunda el ejemplo porque, al final, va a resultar que hay más cosas que unen la economía social y la de mercado de las que les separan. Solo es cuestión de innovación (eso sí, innovacion social).

@aandreup

www.albertoandreu.com

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