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Panem et circense, la fórmula usada por gobernantes romanos para mantener a los ciudadanos de su imperio contenidos, parece reinventarse estos días en su versión ibérica. Con una variante: la receta se ha reducido al circo, porque el pan empieza a faltar.

Cuando Mariano Rajoy, cuestionado por su viaje al primer partido de la Eurocopa, alegó que iba porque “la situación está resuelta” –refiriéndose al rescate financiero y la grave crisis española- poca gente le creyó, mas bien se indignó. Lo mismo cuando dijo que asistir a la final de la competencia era “su obligación”. Pero alguna prensa pasó muy rápido de este asunto. Lo importante era centrar el interés en el fútbol; ese sacro deporte que hinoptiza a medio mundo.

La formula fútbol-circo en la política no es nueva. Jorge Videla –ex dictador Argentino que la semana pasada fue condenado a 50 años de cárcel- fue el principal promotor del Mundial de Fútbol el año 1978 en su país. Lo hizo para solapar los graves cuestionamientos internacionales sobre detenciones ilegales y “desapariciones” de opositores; para desviar la mirada de la crisis económica que hacía estragos. La prensa argentina contribuyó en gran medida a exacerbar la pasión futbolera y el nacionalismo, confundiendo al país con un equipo de 11 peloteros vestidos con los colores de su bandera.

La portada del día 03.07.2012 de El País –probablemente el diario más influyente de España- era muy significativa. Una gigantesca fotografía de “los héroes de la Eurocopa” dominaba la primera plana, mostrando por enésima vez las celebraciones del campeonato logrado días antes. En las esquinas inferiores y con letras pequeñas exponía las dos noticias más importantes del acontecer nacional. Un titular sobre la situación del país expresada por el Nóbel de Economía Paúl Krugman: “España esta peor que en los años treinta”. Y sobretodo, el terrible incendio forestal que ocurría ese momento y arrasaba 50,000 hectáreas de bosques en Valencia, derribaba 2 helicópteros y se cobraba la vida del coronel José Nieva.

Lo censurable es la doble moral del diario El País. En la práctica perenniza y consolida la fórmula distractiva de Rajoy, mientras en la teoría critica al político y sus artimañas. En un articulo titulado “El presidente mantiene su viaje al fútbol en Polonia” (09.06.2012) dice: “En el peor momento de crisis económica y cuando todos sus planes, incluido el de evitar el rescate, están saliendo mal, la Eurocopa, que desvía necesariamente la atención de buena parte de los españoles durante tres semanas, es un elemento fundamental de su estrategia para intentar minimizar daños”.

PRISA (Grupo editor de El País) se jacta de “ser referente en materia de responsabilidad corporativa”. Pontifica: “A través de nuestros contenidos, pretendemos sensibilizar, educar e informar sobre las cuestiones que preocupan a la sociedad”. Pregunto: ¿El fútbol preocupa o distrae? ¿Un partido educa y sensibiliza sobre los asuntos importantes para la sociedad? Por cierto, hablamos de un “deporte” donde se juegan muchos intereses y cuyo historial no es precisamente ejemplo de valores y principios éticos. Por citar solo dos hechos coyunturales. Estos días se investiga a un ex presidente de la FIFA  y su yerno (Havelange & Teixeira) por sobornos de casi 12 millones de euros. En Italia se imputa a media liga (desde futbolistas hasta entrenadores) por delitos de estafa y fraude deportivo vinculados al resultado de partidos.

Tenemos derecho a gozar, a evadirnos, dirá alguien. Como el comentarista de Telecinco (Empresa televisiva que transmitió los partidos de la Eurocopa) que, eufórico tras la consecución del título, clamaba: “Hoy nadie se acuerda de la Prima de Riesgo... nos suben la luz, el agua; nos suben la gasolina y hasta los chiques... pero da igual”. Hoy puede ser el fútbol, mañana la Fórmula 1, pasado un contacto extraterrestre. De acuerdo, tenemos derecho a la distracción y la evasión; pero eso no puede llevarnos a la inconsciencia. A mucha gente le gusta la música, pero le disgusta la manipulación grosera. Que mientras Roma arde les digan que escuchen a Nerón tocar su lira.

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