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Mientras se desvanece la luz del ocaso, un grupo de niños se queda inmóvil en silencio, mirando con atención el objetivo de mi cámara.
Helena Christensen
Mientras se desvanece la luz del ocaso, un grupo de niños se queda inmóvil en silencio, mirando con atención el objetivo de mi cámara.

Se trataba de mi segundo viaje con la agencia Oxfam Internacional como embajadora mundial, y tenía como objetivo constatar los efectos devastadores que tiene el cambio climático para algunas de las personas más pobres del mundo. El año pasado viajé a Perú, el país donde nació mi madre, y allí saqué fotos que fueron expuestas en las conversaciones de la ONU sobre el cambio climático en Copenhague, y a las que también asistí.

Ana_CgristensenPara mí, personalmente, sería vital importancia que los responsables en la toma de decisiones reservaran su tiempo para conocer a las mujeres y a sus familias de las comunidades pobres que ya se han visto afectadas por el cambio climático, así como que éstas pudieran hacer llegar sus experiencias y que además se ilustrara su situación a través de fotografías para conseguir una mayor concienciación social sobre lo que está pasando. En esta ocasión viajé con Oxfam a Nepal, un país que sufre enormemente los impredecibles cambios climáticos que se suceden. Visitamos una aldea que lucha contra la sequía cuando debería llover, y para cuando la lluvia llega se trata de un diluvio que resulta destructivo y acaba con sus cosechas e inunda sus hogares.

Mientras caminaba por la aldea de Rampurwa, situada en la región meridional de Terai, las mujeres me invitaban a entrar en sus hogares para contarme su historia, compartiendo conmigo sus temores por la vida de sus hijos, sus medios de vida y su futuro. Estas experiencias no me dejaron ni sombra de duda sobre el efecto devastador que ya está teniendo el cambio climático en sus vidas, y me da mucha rabia saber que las pocas personas que podrían hacer algo al respecto no saben escuchar en absoluto.

Nosotros, los países ricos tenemos que ayudar a los países pobres a la hora de hacerle frente a los efectos del cambio climático. Sinceramente, podríamos aprender mucho sobre lo bien que trabajan juntas las personas de comunidades como Rampurwa para adaptarse y realizar los cambios necesarios para sobrevivir. La comunidad internacional tiene que tomar ejemplo de ellas y trabajar conjuntamente para conseguir avances significativos durante la actual ronda de conversaciones de las Naciones Unidas sobre el cambio climático en Cancún, así como garantizar la provisión económica que necesitan las comunidades pobres como la que yo misma tuve el honor de visitar en Nepal.

Temo que en Cancún se vuelva a dar la secuencia de “Atrapado en el tiempo”, tal y como pasó ya en Copenhague, y si ése es el caso, ¿de qué valen las conversaciones? Me siento frustrada y hastiada por la falta de compromiso y las vacilaciones de los países ricos; Me siento frustrada al constatar, lo que ya es obvio a estas alturas, que el mundo no se puede permitir seguir esperando a que se tomen estas decisiones, y me canso se escribir artículos que repiten estas ideas y de leer sin cesar otros que denuncian la misma situación.

Pero también temo que la gente adopte una postura insensible e indiferente ante esta situación, si dejamos de trabajar para concienciarla de la gran necesidad que tenemos del respaldo de nuestros representantes políticos en esta coyuntura de crisis.

Por este motivo seguiré hablando con las personas afectadas, sacando fotos de sus aldeas y escribiendo artículos acerca de su situación hasta que los líderes adquieran un compromiso con el que realizar los cambios necesarios para salvar las vidas de estas personas y nuestro planeta.
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