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Las Pequeñas y Medianas Empresas (PYME) son más del 95% de las empresas de América Latina. Son la principal fuente de empleo de la región. Deberían ser tenidas muy en cuenta cuando se habla de impulsar la Responsabilidad Social Empresarial (RSE).
Pareciera que este es un tema sólo para las grandes empresas. Es desde ya imprescindible que las grandes empresas lo asuman a plenitud. La demanda por más ética empresarial crece a diario. Así por ejemplo lo exigen el 60% de los encuestados en una investigación reciente en USA, y en América Latina, en el Latinobarómetro la empresa privada aparece con un bajo nivel de confianza, 41%. Pero junto a las grandes empresas, las PYME pueden hacer mucho en materia de RSE, cooperando con las políticas públicas y las ONG en múltiples causas de interés colectivo sobre todo en el nivel local. Tienen una serie de ventajas naturales para ello. Son empresas que nacieron en la comunidad, la conocen a fondo, saben bien que es lo que necesita. Sus lazos con la comunidad no son distantes o burocráticos como muchas veces sucede con las grandes empresas, sino cercanos y personales. Conocen además bien la cultura de la comunidad, sus valores, su lenguaje peculiar, su historia, como llegarles. Por otra parte ellas no son provisorias, están apostando a vivir en esa comunidad, lo que ahorran lo invierten en su PYME. La comunidad les duele, saben que su sostenibilidad como empresa está ligada a ella, y tienen la aspiración de ser percibidos como miembros ejemplares de la misma. Las PYME son dadoras de trabajo para muchísimos, y han establecido muchas veces modelos de relaciones con sus clientes basados en la buena fe mutua, que son ejemplares. También han sido las pioneras de aéreas que se han revelado muy necesarias para la sociedad como la producción de alimentos orgánicos, y muchas otras. A pesar de su rol fundamental, reciben muy poco apoyo crediticio en la región. Sólo el 5% del crédito otorgado por el sistema financiero va hacia ellas lo que les crea serias dificultades. Es hora de estimularlas mediante políticas sostenidas de crédito y apoyo técnico, y reconocer sus contribuciones de RSE a la comunidad. En Italia y otros países sus méritos son tenidos en cuenta en las licitaciones estatales, en Israel existe un Instituto público que les proporciona consultoría gerencial y de todo orden sin cargo, en la ciudad de Buenos Aires termina de dictarse una ley que crea un sistema de incentivos para las PYME que publiquen un Balance de Responsabilidad Social y Ambiental indicando sus realizaciones en campos como entre otros la equidad de género, las relaciones con sus empleados y la comunidad, el desarrollo sostenible del capital social, y humano y las relaciones con el medio ambiente. Apoyar a las PYME es reforzar las bases productivas de la sociedad, y es fortalecer sus importantes posibilidades de ejercer la RSE en la acción a favor del bienestar común en un Continente con tantos desafíos sociales abiertos.

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