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Los habitantes de los países en vías de desarrollo presentan un ingenio asombroso ante la falta de recursos. En muchos casos, la basura puede llegar a ser una de las principales fuentes de ingresos para muchos de ellos y es que el Banco Mundial estima que más de 15 millones de personas consiguen beneficiarse de la recuperación de los materiales reciclables.

Muchos perfiles se consolidan como los cartoneros o los buzos que tienen como cometido rebuscar todo tipo de material ya sea cartón, papel, latas, plásticos, vidrios, telas y otros materiales para luego venderlos a las plantas de reciclaje. Según cuenta la profesora María López Escoria para El País, está teniendo lugar un desarrollo de soluciones completamente innovadoras como el caso brasileño con el programa Ecoelce para el pago de electricidad en el que los residuos recolectados por los habitantes se pesan y se valoran con el precio del mercado de cada material y con este valor se abona a la tarjeta del cliente para restárselo en la factura eléctrica.

Aún así este programa no es el único que incentiva la recolecta, el reciclaje y la separación de residuos, en cinco ciudades del mundo se está empezando a implantar el modelo de intercambio de botellas vacías por dinero canjeable en viajes en transporte público, se han diseñado para ello unas máquinas de reciclaje que impiden que se introduzcan en ellas otros materiales que no son reciclables. 

En primer lugar Sidney en Australia, el ayuntamiento ha puesto en marcha el proyecto Envirobank que consiste en poner a disposición de la ciudadanía más de 500 maquinas de recogida que dan crédito para el transporte público. Esta medida no sólo se ha implantado en áreas muy concurridas de la ciudad sino que también existen en ciudades de más de 500 habitantes en todo el estado donde se puede intercambiar también latas, botellas de plástico, cristal y cartón a cambio de 10 céntimos australianos.

Indonesia, un archipiélago de miles de islas es el segundo mayor contribuyente de plásticos contaminantes en los océanos después de China, por ello en Suravaya, la segunda ciudad más grande del archipiélago, se está intentando mejorar la recogida del plástico lanzando un programa por el cual los pasajeros pueden pagar su billete de autobús con botellas en las estaciones o directamente pagando con envases vacíos. La ciudad se ha puesto como objetivo convertirse en una cuidad libre de plástico en 2020.

Otro claro ejemplo de reciclaje desde septiembre 2018 es Estambul en Turquía, el tercer productor europeo de deshechos por detrás de Alemania y Francia y el país con la tasa más baja de reciclaje de Europa. A consecuencia de esta situación el alcalde de Estambul anunció el programa Smart Mobile Waste Transfer Centers, unas máquinas de recogida de residuos que escanean y asignan un valor de reciclado antes de triturar y clasificar el material. Este valor oscila entre los 0,02 liras turcas (0,003 euros) por una botella de 33 centilitros y los 0,09 liras (0,014 euros) por una botella de medio litro. Si los habitantes quieren viajar desde las afueras de la ciudad hasta el centro será necesario reciclar unas 28 latas de refresco para que el ticket sea gratuito. 

Pekín tomó la delantera en sumarse a esta iniciativa ya que en 2012 empezaron a funcionar en las estaciones de metro las primeras 10 máquinas. En el caso chino, los viajeros reciben en sus tarjetas de transporte público entre 5 y 10 céntimos de yen que equivale a uno y dos céntimos de euro, costando el billete entre tres y 10 yenes. El crédito acumulado puede destinarse a los servicios de transporte o para la adquisición de minutos en los teléfonos móviles.

Por último en Colombia, el metro Medellín también ha querido participar lanzando la iniciativa Recarga Verde que consiste en máquinas de reciclaje instaladas en cinco estaciones. En aproximadamente un año de operaciones se han conseguido intercambiar casi 2,5 millones de envases por pasajes, equivalente a 57.000 tiquets y además se constató que el 61% de los usuarios de esta recarga fueron mujeres.

Estas iniciativas públicas tienen un doble fin, porque además de estar fomentando el reciclaje, están concienciando no sólo sobre la necesidad de gestionar de manera más responsable los desechos para ser reaprovechados, sino también incitar a un mayor uso del transporte público que contamina menos. 

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