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No hablamos de Matrix, pero casi. Greg Smith, director ejecutivo de Goldman Sachs  se ha saltado las normas de los “listos”, de los bien situados y todopoderosos analístas de uno de los bancos de inversión más importantes del planeta al escribir una demoledora carta en el New York Times titulada, “Why I am leaving Goldman Sachs”.

En su carta Mr Smith no dejá títere con cabeza y centra su tesis en la pérdida de valores de la compañia en la que ha trabajado durante los últimos 12 años.

Pero, ay, lo que podría ser sólo la noticia de un hombre al que se le revuelve el estómago al ver a sus compañeros tratar a los clientes como simples marionetas a las que exprimir sin aportar valor alguno, ahora, ha pasado a ser otra cosa.

A las 17.53 de este soleado miércoles madrileño, las acciones de Goldman Sachs  habían predido más de un 3 % en la bolsa de Nueva York. No parece que hubiera ninguna otra causa aparente para esta caida a no ser el vómito de sinceridad de Mr Smith, quien a fuer de sinceros, probablemente tiene sus propios interesas al destapar la caja de los truenos en Wall street.

A buen entendedor pocas palabras bastan y si nó, con el putrefacto olor que llega se pueden ir ustedes haciendo a la idea. 

Otra gran pérdida de reputación para el sector financiero.

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